Top 10 de las mejores chuches de la historia (1ª parte)

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Bien hallados viejun@s, hoy voy a empezar este post con la fórmula con la que normalmente los acabo: pidiendo vuestra colaboración. En las lineas que están por venir os explicaré mis más personales preferencias sobre un tema que, para más de uno, podría tratarse de un asunto de estado. Las preferencias sobre las chucherías y gominolas que nos provocaron tantas caries, gingivitis y periodontitis son algo tan íntimo, personal e intransferible que poco o nada podré hacer para convenceros de que mi lista es la correcta. Los gustos sobre esas pequeñas generadoras de michelines, leve obesidad y nimias obstrucciones coronarias son tan únicos en cada individuo que una lista que contentase a todo el mundo se convertiría en una “extended version” de algo parecido en extensión a la biblia.

Es por eso que aviso, sois libres de expresar vuestras opciones en la sección de comentarios, podéis hacer vuestro ranking personal, añadir y complementar esta entrada tanto como queráis, pero que os quede claro que esta es MI lista y nada me hará cambiar de opinión. Hagamos entre todos de esta reseña una lista infinita que incluya los gustos de todos los viejun@s que nos leéis de manera asidua, constante y fiel. Reventemos los servidores de este humilde blog (que ya bastante saturados están) con cientos, ¿qué digo cientos?… miles, ¿qué digo miles?… ¡millones! de datos provenientes de las mentes más decrépitas y viejunas del todo el internet…

Así que con todo esto aquí va mi personal top 10 (1ª parte) de las mejores chuches de la historia. Descartados quedan, por definición, otros grandes productos como los chicles Cheiw o los chicles «Pepitas de Oro» a los que en su día dedicamos una entrada, o los helados o los pastelitos sobre los cuales Álex ya os hizo su particular top… Aquí voy a hablar sobre chucherías y gominolas puras y duras que se podían (y algunas aún se pueden) comprar en la tienda de chuches más cercana o en el kiosco de delante de la escuela:

10. Helados de galleta y azúcar

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Su sabor no destacaba especialmente, de hecho eran bastante insulsos. Su textura al comer la parte superior era algo parecido a masticar porexpan. Su galleta muchas veces estaba humeda y blanda. ¿Por qué entonces los incluyo en es te post? Por su extremo surrealismo. ¿Para qué alguien creó la copia de algo delicioso (un helado) haciéndola rematadamente mala? No existe explicación lógica. A pesar de ello he de reconocer que de alguna extraña manera, estos trozos de cartón disfrazados de chuchería, no se bien bien por qué, producían sobre mí una extraña atracción. Siempre que me sobraba alguna moneda al salir de la tienda de chuches me giraba, y allí estaban mirándome con cara triste pidiéndome que me llevase como mínimo uno al buche. He de reconocer que eran mi placer culpable del mundo de las chucherías.

9. Ratones

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Entran por derecho propio estas gominolas en el ranking ya que ellas solitas revolucionaron toda la industria del dulce del estado en cuanto salieron al mercado.¿El motivo? Creo que más de uno de vosotros ya lo sabéis, pero por si lo habéis olvidado os lo recuerdo: la serie “V”. En cuanto la imagen de Diana devorando un pobre e inocente ratoncito se convirtió en una de las escenas que más a fuego quedó grabada en la memoria colectiva de una generación, es decir, a los pocos segundos de que se emitiese por primera vez por televisión, algún avispado empresario tuvo una gran iluminación: crear un ratón de caramelo blando para que millones de niños pudiesen imitar a la líder de los invasores. El éxito de la idea fue descomunal, recuerdo que las existencias de ratones llegaban al barrio con cuentagotas, y a las pocas horas de hacerlo desaparecían entre las fauces de miles de niños ávidos de imitar a la lagarta más lagarta de la historia televisiva de las lagartas.

8. Fresquito

fresquito

Una de esas chuches que primero, te hacía rascarte el bolsillo más de lo normal y, segundo, era el resultado de la genialidad de juntar dos grandes ideas para crear algo totalmente nuevo. Por un lado teníamos el clásico “pica-pica” que, por aquel entonces, era muy típico consumir en una especie de “cañitas” de plástico parecidas a las de las bebidas y que tenías que romper con los dientes para empezar a succionar el contenido. Por el otro teníamos la clásica piruleta Fiesta de cereza, una delicia por sí sola. Alguna mente anónima tuvo la visión que aprovechando la saliva que quedaba en la piruleta al lamerla para que el pica-pica quedase adherido a la misma se crearía una nueva revolución en el mundo del azúcar refinado… Y así fue. Recuerdo que me provocaba una sensación contradictoria al comerlo, lo dulce con lo picante creaba algo que nunca había experimentado hasta entonces, algo parecido a “quiero comérmelo pero a la vez no quiero” (vale, esta frase da para unos cuantos chistes sexuales, tenéis permiso para hacerlos). También el sugerente dibujo de la bolsa te daba la idea de que ibas a ver a Espinete de color azul. Muchos amigos míos empezaron consumiendo Fresquitos y acabaron recorriendo una y otra vez la ruta del bacalao con los ojos del colega del dibujo, y no era precisamente azúcar lo que lo provocaba.

7. Coca-colas

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Partiendo de la base de que la coca-cola es la mejor bebida que ha inventado la humanidad y que nada puede asemejarse a la experiencia sensorial que supone que el negro líquido azucarado golpee suavemente tu paladar y tu garganta con sus efímeras burbujas, creo que no me equivocaré al asegurar que estas chucherías son las antagónicas al anteriormente citado “Helado de galleta” ya que en este caso sí que la reinvención de algo ya existente dio como resultado algo bueno. Estas eran de esas gominolas que solo disfrutabas al 100% si dejabas que se fuese deshaciendo lentamente en tu boca. Primero el azúcar que las recubría y que lentamente alimentaba las bacterias de caries de tus dientes, después la goma iba lentamente perdiendo masa y generando ingentes cantidades de saliva en tu boca y, finalmente, de manera tímida y secreta podías acabar masticando el pequeño resto que quedaba. También creo que se tiene que tener en cuenta que la versión buena de estas coca-colas es la que se ve en la imagen: verde y marrón oscuro y recubierta de azúcar. Hay otras versiones más amarillentas con y sin azúcar, pero para mi no llegan al nivel de la original.

6. Nubes

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Esponjosas, dulces… ¡deliciosas! Esta mezcla de azúcar, sirope de maíz, agua y gelatina tiene sus más primigénios orígenes en un dulce de la época de los faraones hecho con raíz de malvavisco. De hecho a las nubes se les llama también así, malvaviscos o, lo que es lo mismo en ingles “marshmallows”. Pero no fue hasta mediados del siglo XX cuando se refinó el proceso industrial de un dulce francés muy parecido a las nubes modernas, que la chuchería empezó a triunfar a nivel mundial. Si os fijáis su estructura es bastante compleja y su textura suave y “aérea” produce agradables sensaciones en boca. Y sí, soy de los que después de ver en alguna producción norteamericana cómo alguien asaba sus nubes con el fuego de una hoguera imité la acción, normalmente con un mechero ya que en mi ciudad las hogueras no son demasiado fáciles de ocultar, y sí, el resultado de quemarlas mejoraba su gusto al caramelizar ligeramente el azúcar. Evidentemente el “asado” tenía que ser ligero ya que si te pasabas lo que lograbas hacer era un pequeño trozo de cartón incomible. Por si apetece intentar hacerlas en casa aquí os dejo esta receta.

Y hasta aquí esta primera parte del top. No os voy a pedir que colaboréis y comentéis ya que lo he hecho al principio, como curiosidad sí que os voy a comentar que la foto que encabeza este post pertenece a la mítica tienda de chuches y gominolas «Si o Si» (nótese la falta de acento por lo que el «si», supongo que serán dos «si» condicionales o que el rotulador del toldo seguía a rajatabla aquella falsa norma que rezaba «las mayúsculas no se acentúan») en la que perpetré alguno de mis actos delictivos confesos que hace un tiempo os relaté aquí. Dicho lo cual sólo me queda aconsejaros:

Tomad la medicación…

(edición: ya hemos publicado la segunda parte del top)