Hoy os propongo un viaje en el tiempo un poco especial. Atémonos el cinturón de seguridad del Delorean del tito Hugh Hefner y transportémonos a una época en la que lo más parecido a internet eran las revistas y los fanzines que nos proporcionaban información sobre películas, cómics, noticias… y además, todo lo que un buen nerd/geek/pajillero de la época necesitaba para poder sobrellevar su pubertad de la manera más lúdico-festiva posible. La mente humana siempre ha ido más allá de lo que su tiempo le permitía imaginar. Así que en cuanto aquellas maravillosas máquinas con nombres tan exóticos como Spectrum, Amstrad o Commodore llegaron a nuestras casas, no pasó demasiado tiempo hasta que alguien, en alguna oscura habitación llena de kleenex pegajosos, o en estado de acartonamiento (los de más solera), viese en esos prodigios de la tecnología una nueva ventana científico-pedagógica hacia la exploración de los misterios insondables de las superlativas y admirables formas del cuerpo del sexo contrario, femenino en general. Lo siento por las y los sexualmente atraídos por el género masculino pero, a pesar de que os enseñaremos algún primigenio intento, en aquellos tiempos iniciales de la sexualidad informática, el objeto de deseo mayoritario eran las chicas.
Corría el año ochenta y pocos cuando, por cuestiones personales que hoy no explicaré, tuve que desplazarme en un viaje «de trabajo» a Santander (sí sí, era un proto-adolescente pero en cierto sentido «trabajaba»… eso lo dejo para otro día). Allí me acogió una familia muy simpática que me cedió la habitación de uno de sus hijos que ese fin de semana había ido de colonias. De todo lo que vi en aquella residencia temporal, lo que más me sorprendió fue algo que estaba colgado en la pared y que era muy parecido a esto:
Vale vale, ya se lo que estáis pensando. «Este tío los tiene cuadrados, será hijolagrán… Me engaña para que entre a leer un post mediocre poniéndome la miel en los labios con la palabra porno… ¿y la primera foto que veo es la de Jesus, hijo de Dios, Cristo? ¿WTF?» Tranquilos… todo llegará pero todo tiene un sentido. Aquello me abrió los ojos, tuve una revelación: si con letras, números y símbolos raros era posible representar la faz del que me habían contado era el salvador de la humanidad (algo así como un superhéroe de hacía muuuuchos años), ¿qué impedía que esos mismos caracteres pudiesen crear la ilusión óptica de un cuerpo desnudo de mujer?
A pesar de ese momento de iluminación, tuvo que pasar algún tiempo hasta que llego a mis manos una cinta de cassette que permitía cargar en la pantalla de mi Spectrum 48k de teclas de goma imágenes como estas:
Podría seguir incluyendo cientos de estas maravillas pero si queréis disfrutar un buen rato con este especialísimo tipo de arte os recomiendo visitar este enlace http://www.asciipr0n.com donde todos, hombres, mujeres, heteros, gays, lesbianas… disfrutaréis de las más maravillas del código ASCII que os harán pasar un buen rato (si sabéis buscar ;-).
Lo de ver imágenes estáticas estaba más que bien, pero el ser humano siempre ha querido trascender más allá de lo conocido, y no tardó demasiado tiempo en circular otro tipo de maravillas digitales por mi entorno más cercano. Este juego fue lo que lo cambió todo:
En aquel entonces yo ni sabía jugar a poker, ni entendía el inglés ni tenía acceso a ninguna red global de conocimiento para aprender ninguna de las dos materias. Lo único que sabía era lo que me habían explicado: «Cuantas más partidas ganes a las chicas de la portada más ropa se irán quitando». ¡Madre del amor hermoso! No podía ser verdad, ¿todos los secretos del cuerpo femenino revelados ante mis ojos solo por hecho de ganar a las cartas? Ni corto ni perezoso dediqué horas y horas de ensayo-error a conseguir el objetivo final del juego. Y vaya si lo conseguí. No os podría decir a ciencia cierta cuanto tiempo tardé, cuantas tardes dediqué ni cuantas partidas tuve que jugar sin saber bien bien qué estaba haciendo… pero mis ojos y mi cortex cerebral recibieron la recompensa del trabajo duro y constante: la visión de los cuerpos de aquellas chicas como su honorable madre las había traído al mundo (pero más creciditas evidentemente). No aprendí a jugar a poker, no aprendí inglés… más bien aprendí a poder disfrutar de la serena observación de curvas e ingles. Una partida venía ser esto:
httpv://www.youtube.com/watch?v=m257sIBq5CM
Y el premio final, ya sin letras ni números ni caracteres extraños:
Por otro lado, en aquella época estava muy de moda fichar a las grandes estrellas del deporte para franquiciar juegos. Jorge Martínez Aspar, Emilio Butragueño o Fernando Martín lo hicieron. Pero en 1986 la empresa «Software Communications» hizo el que, para mí, fue el mejor fichaje de todos: Samantha Fox. Sí sí, la bajita británica de sinuosoas y voluptuosas curvas cedió su imagen para que cientos, qué digo cientos… ¡miles!, qué digo miles… ¡¡millones!! de pre-adolescentes y adolescentes intentasen desnudar, también esta vez a base de manos de poker, a uno de los más grandes mitos eróticos de los ochenta, protagonista de innumerables páginas de calendarios. Esta era la portada de tan magno juego:
Y de nuevo lo conseguí. Logré la recompensa. Valió la pena, no os diré más, una imagen vale más que mil paj… perdón, palabras:
Lo que no me queda demasiado claro es si también consiguieron el consentimiento de los herederos de Scott Joplin para utilizar su composición Ragtime como banda sonora del juego:
httpv://www.youtube.com/watch?v=hnTRWXRuoJ4
¿No os viene a la cabeza una película escuchando esto?
Quiero aclarar que el juego de Samantha Fox se editó dos años antes que el Strip Poker II Plus, pero yo os lo he relatado en el orden en el que llegaron a mí. Esta fue mi experiencia como consumidor de porno/erotismo mientras fui usuario de un ordenador de 8 bits. En el Reino Unido se publicaron algunos otros programas y juegos que solamente se podían comprar por catálogo de los que se contaba que mostraban sexo más explícito, pero yo no los conseguí jamás, ¿algunos de vosotr@s sí?. Lo que sí que toda una generación de curiosos digitales ávidos de conocimiento sexual aprendimos fue que la informática abría un mundo de posibilidades infinito más allá de las revistas y de las pelis porno que podías conseguir en según que videoclub del barrio sin que: a) te pidiesen explicaciones y b) los dueños/trabajadores conociesen a tus padres.
Poco tiempo después llegaron los 16 bits, y con ellos el color y el movimiento continuo, pero eso ya es otra historia que os relataré más adelante.
¿Y vosotros qué viejunos y viejunas? ¿Os suena todo esto de lo que os he hablado hoy? Contad, contad…
Tomad la medicación…