Hoy os quiero hablar sobre la mejor, la más increíble, la fundamental, la única y genial invención del ocio digital de la década de los ochenta. Hoy, queridos viejun@s, vamos a dar un paseo por el pasado hablando sobre un juego al que miles, ¿qué digo miles?, millones de niños y niñas de todo el planeta jugaron y que gracias a él descubrieron que la tecnología podía ser algo absolutamente maravilloso. No podía ser de otra manera, inevitablemente tenía que llegar el día en el que os hablase sobre la máquina Game&Watch «Donkey Kong II» de NIntendo.
Lanzada al mercado por la compañía nipona en 1983, rápidamente la pequeña consola portátil fue un éxito de ventas rotundo desde el mismo momento en que se puso a la venta. Se trataba de una de las clasificadas como «Multi Screen», es decir, la creme de la creme de las maquinitas de Nintendo con sus dos pantallas LCD plegables una sobre la otra. Sucesora de la primera «Donkey Kong», el objetivo del juego cambiaba radicalmente: si bien en la primera parte controlábamos a Mario y debíamos salvar a la pobre Pauline del secuestro del gigante Donkey Kong, en esta segunda parte somos Donkey Kong Jr. y debemos liberar a nuestro padre del cautiverio al que lo tiene sometido el malvado Mario. Se entiende que el gran simio debió ser capturado tras la liberación de la bella damisela del juego original. Es como mínimo curioso el cambio conceptual de roles entre las dos maquinitas, la linea entre el bien y el mal, los héroes y los villanos se difumina con los planteamientos argumentales que Nintendo nos presenta, algo con lo que la compañía japonesa ha jugado en más de una ocasión dando a su universo su característico tono de incertidumbre donde todo puede pasar, desde jugar a apilar cajas a encontrar pasadizos secretos al romper un ladrillo semi escondido.
En el juego nos encoframos en la jungla y Mario tiene atado con cadenas a nuestro padre. Deberemos ir subiendo desde la parte más baja de las pantallas. En la primera parte del recorrido (pantalla inferior) deberemos lanzar una llave hacia la parte superior y evitar el contacto tanto con los cocodrilos, que nos quieren morder los pies, como con las chispas de corriente de alto voltaje que nos pueden dejar secos al instante si las tocamos. El la segunda parte (pantalla superior) deberemos lanzar de nuevo la llave (esta, de manera aleatoria, irá a parar a uno de los cuatro candados que retienen al gran simio), seguir evitando a los cocodrilos, no ser alcanzados por el pico de unos no demasiado amigables pájaros que revolotean por ahí, encaramarnos a la cadena a la que ha ido a parar la llave y abrir el candado. Entonces deberemos volver a la parte más baja de la pantalla inferior a conseguir una nueva llave. Todo este proceso lo deberemos repetir cuatro veces para lograr liberar a Donkey Kong.
Estas son algunas de las características del juego:
- Comenzamos la partida con tres vidas que iremos perdiendo a medida que nuestros enemigos, cocodrilos, chispas y pájaros, logren tocarnos.
- Para movernos disponemos de una cruceta de control que nos permite ir a derecha e izquierda, subir y bajar, y un botón para saltar.
- Cada vez que logremos liberar a Donkey Kong la velocidad del juego aumentará, cosa que hará que cada vez sea más difícil evitar perder vidas.
- La puntuación máxima en pantalla es de 999 puntos, una vez la superemos comienza de nuevo desde 000, pero la velocidad no disminuirá.
- Si logramos llegar a los 300 puntos pueden pasar dos cosas: si habíamos perdido alguna de las vidas la recuperaremos, pero si no habíamos perdido ninguna entraremos en un modo llamado «Reto temporal» durante el cual la puntuación parpadeará y todos los puntos que consigamos se multiplicarán por dos hasta que perdamos una vida.
- Hay dos modos de juego: el A y el B. El A es el más fácil y se diferencia del B en que una vez hayamos logrado abrir un candado y debamos deshacer el camino hecho, los enemigos en pantalla desaparecerán del todo y volverán a aparecer gradualmente. En el modo B el juego es más continuo y los enemigos no desaparecen, cosa que añade un plus de dificultad bastante interesante.
- La calidad de los gráficos y sus movimientos a la respuesta de los controles son perfectos.
- Los efectos de sonido y la «banda sonora» del juego están cuidados al mínimo detalle, pero el sonido no se puede silenciar, cosa que hacía bastante imposible disimular que estabas jugando o hacerlo a altas horas de la noche si la habitación de otro habitante de la casa quedaba demasiado cerca de la tuya.
- Y por último y no menos importante, la maquinita tenía reloj y alarma ya que para eso era una «Game&Watch»
Recuerdo que vi por primera vez una de estas durante unas navidades. Mis primos la trajeron a casa y no podía salir de mi asomo al ver tal maravilla, la sensación que tuve debió ser algo parecido a lo que sintieron los habitantes nativos de América al ver por primera vez a los europeos vestidos con ropas resplandecientes y con un color de piel inédito para ellos, me sentí como si viese a alguien de otro planeta jugando con algo que ni en el más surrealista de mis sueños había podido llegar a pensar que pudiese existir. Como os podéis imaginar mi empeño y único objetivo en la vida a partir de ese mismo instante pasó a ser sólo uno: tener, poseer y atesorar una consola portátil como aquella. Por suerte, gracias a la proximidad del día de reyes no tardé demasiado en conseguir mi objetivo. Jugué horas y horas, aprendí a jugar y a hacerlo bastante bien, incluso podía predecir los movimientos que debía hacer en función del sonido, jugaba partidas sin mirar a ver hasta dónde lograba llegar. Definitivamente perfeccioné algunas técnicas que en su momento a mi me parecieron impresionantes.
Cuidé mi «Donkey Kong II» como si fuese mi más preciado tesoro, fue operativa durante años y años y entonces llegó el fatal día: no hace demasiado fui a casa de mis padres y le pregunté a mi madres sobre si tenía localizada mi «Game&Watch» porque la necesitaba. El diálogo vino a ser algo así:
– Mama, ¿te suena dónde puede estar la maquina aquella del mono? Sí, aquella que se plegaba, es que quería hacer un post hablando de ella y publicarlo en el mejor blog sobre memorabilia ochentena de toda la blogosfera mundial. Me iría bien hacerle unas fotos y tal.
– Ay hijo mio, temía que llegase este momento – se mascaba la tragedia.
– ¿Qué pasa mama?
– Es que no queria que te enterases, esperaba que te hubieses olvidado para siempre de ella. Pasó… algo…
– ¿El qué mama? ¿El QUÈ? – empecé a temer lo peor
– Tu sobrino Marc, ya sabes que es un niño con una curiosidad desbordante, ¿no?
– Sí, pero ¿qué tiene que ver eso con MI consola?
– Pues bien, te lo explico porque alargarlo solo hará que sea peor. Un día se la dejé para que jugase con ella y al ver que no funcionaba – ¿sin pilas cómo iba a funcionar mama? – me pidió un destornillador para intentar arreglarla. Y bien, ya sabes, es un niño… desmontarla la desmontó e intentó hacer algo para arreglarla, pero en el proceso le causo tales daños que fue totalmente imposible recomponerla…
Aquí me quedé clavado, una mezcla de sensaciones que iban desde la rabia y la impotencia a la frustración y la desesperación invadieron mi mente. Mi consola, mi querida, amada y ahora ya para siempre jamás añorada consola. Una lágrima en forma de Kong Jr. resbaló por mi mejilla. Todo estaba perdido.
Unos días más tarde me llamó mi querido sobrino y me pidió perdón. Lo hice, le perdoné, él no era consciente de lo que hacía, pero mi pequeño corazón nintendero estaba roto y la herida tardaría su tiempo en cerrarse para dejar detrás de ella una cicatriz eterna. En aquellos momentos lo veía todo negro y no sabía que la cosa iría a mejor muy pronto.
Llegó el día de mi cumpleaños, hicimos la típica comida familiar y con los postres llegaron los regalos. Mi sobrino y mi sobrina se acercaron y me dieron una pequeña caja que ellos mismos habían decorado. La abrí y allí estaba, una «Donkey Kong II» en perfecto estado, como la mía. No cabía en mi alegría y me los comí a besos. Más tarde supe que toda la familia había removido cielo y tierra para encontrar una en buenas condiciones y gracias a ello yo volví a poder jugar unas buenas partidas con el bueno de Kong y su hijo.
Es curioso ver cómo las cosas pasan y cómo las historias y los círculos se cierran. De alguna manera esta maquinita que unió a cuatro primos hace cuatro décadas también, tanto tiempo después, creó vínculos inseparables entre un tío y su sobrino. El viaje de mi Game&Watch terminó en un lúgubre contenedor de basura, pero su influjo y su efecto sobre mi y los que me rodean, de alguna manera pudo superar las barreras del tiempo y del espacio.
Aquí os dejo un gameplay que he grabado para la ocasión:
httpv://www.youtube.com/watch?v=QOLE9YBDhbs
¿Y vosotros qué viejun@s? ¿La tuvisteis? ¿Jugasteis con ella? Contad, contad…
Tomad la medicación…