Retro Bits: Moon Cresta (1980)

Cuando no era para nada viejuno, los domingos por la mañana una de las actividades recurrentes de mi familia era la de ir a pasar un rato a un karting situado en las afueras de la ciudad donde vivíamos. No os imaginéis para nada uno de estos kartings actuales con marcadores electrónicos ni nada por el estilo. Os hablo de un karting auténtico ochentero, peligroso, sin límites y sucio…

– ¿Casco? ¿Qué mierdas es un casco? – respondía el responsable del lugar a los padres más hippies.

Al mínimo contacto con volantes de los karts las manos se te quedaban inmediatamente manchadas de grasa durante horas. Y el olor… el olor a aceite de motor te acompañaba hasta tu siguiente ducha. Había dos pistas, una para menores de 14 y otra para mayores. Lo que realmente me fascinaba de aquel lugar era que tenía, a parte de las pistas, una zona de pequeñas atracciones, una pequeña noria, una caseta de carreras de caballos (sí, aquellas que los haces avanzar tirando bolas a unos agujeros) y lo más importante, un recinto de máquinas recreativas (con sus añadidos de billar, futbolín y ping pong). Allí descubrí mi pasión y mi habilidad con el «Hyper Sports» pero había otra máquina que me fascinaba, y esta no era otra que la del juego «Moon Cresta«.

El juego creado por la empresa Nichibutsu era una evolución del mítico «Space Invaders», era la típico mata-marcianos, pero incorporaba algunas novedades que la hacían, para mi gusto una joya:

  • El número reducido de enemigos (en comparación con «Space Invaders»), pero dificilísimos de abatir.
  • El movimiento circular, errático y desenfrenado de éstos.
  • Algunos de ellos se dividían en dos cuando recibían el primer impacto, otros se convertían en saetas siderales de fuego y te atacaban, también te atacaba una lluvia de meteoritos… La variedad de los marcianitos era realmente grande.
  • La banda sonora es una obra maestra (escuchadla atentamente el el vídeo que os dejo más abajo).

Pero sobre todo, lo que más me gustaba era el planteamiento de las vidas que tenía. Empezabas la partida con una nave que se dividía en tres partes. La primera que usabas era la más pequeña y solo tenía un disparo. Si lograbas acabar con dos hordas de alienígenas tenías la opción de ensamblar tu nave con una segunda parte (la del medio). Para ello tenías que hacerlas coincidir en el espacio con la ayuda de la palanca de dirección y del botón de fuego que entonces daba impulso a la nave superior para dirigirla. Para ello disponías de 30 segundos. Lograbas entonces una nave con tres disparos ya que la parte media disparaba dos. Pero la cosa no terminaba aquí, si sobrevivías a dos hordas más tenías la opción de juntar las tres piezas y lograr una nave con 5, sí, ¡5 disparos!… una pasada. Cada vez que te mataban perdías una de las piezas de la nave empezando por la más pequeña y acabando por la más grande. A los 30.000 puntos (puntuación que creo que jamás logré) te recompensaban con la reposición de las partes de la nave que hubieses perdido. Aquí os dejo el gameplay:

httpv://www.youtube.com/watch?v=jQjtiSZwXOc

La recreativa fue comercializada en la península por la empresa Petaco S.A., muy conocida también por sus máquinas del millón o pinballs. Este era el folleto promocional de la época de «Moon Cresta»:

Quedaos con el fail «ATRACTRIVA»

Posteriormente la empresa Incentive Software programó una versión para las plataformas de 8 bits y cuenta la leyenda (que no he podido confirmar) que la empresa ofrecía un premio al primero que lograse llegar a los 30.000 puntos con la versión de Spectrum.

Me gasté muchas monedas de 25 pts. jugando a «Moon Cresta» (vale, sería más correcto decir «me gasté muchas monedas de mis padres jugando…», lo reconozco) y a pesar de no ser demasiado bueno con el juego disfrutaba cada minuto de partida como con pocas arcades lo he hecho.

Carátula de la versión para Spectrum

Después de unas cuantas partidas la liturgia dominguera continuaba en el karting, y siempre acabábamos en el pequeño «bar» pidiendo unas fantásticas y aceitosas patatas fritas en cucurucho de papel y una coca-cola… Recuerdo las peleas con mi hermana al discutirnos si era mejor pedirlas con ketchup (ella) o con mostaza (yo). Al final creo que mis padres las dividían y cada uno a lo suyo. Sí viejunos, los mejores aperitivos de mi niñez tenían gusto a azúcar, fritanga, grasa y gasolina, así a bote pronto no demasiado apetitosos, pero os aseguro que a mi me sabían a gloria.

¿Jugasteis vosotros a «Moon Cresta»? ¿Llegasteis a la quimérica puntuación de 30.000? ¿Os gustan las patatas fritas con ketchup o con mostaza?

Tomad la medicación…