En esta sección os he hablado muchas veces sobre máquinas arcade, juegos de ordenador y sobre las experiencias y recuerdos que tengo de ellos. Hoy voy a permitirme una pequeña licencia (para eso poseo el 50% de las acciones de Retro Memories) y voy a hablaros sobre dos elementos que, a pesar de no funcionar de manera digital, fueron, sin duda alguna, los precursores de la avalancha de ocio electrónico que arrasó con todo a partir de finales de los años 70 del s.XX. Todos los recordaréis, todos habéis jugado con ellos y alguno de vosotros seguramente seguís haciéndolo. Los únicos varemos que he utilizado para la confección de esta corta selección son: a) mis gustos personales y por tanto totalmente subjetivos. b) que los pudieses encontrar en bares o salones recreativos. Y c) que estos «proto bits» pudiesen seguir funcionando a pesar de que se fuese la luz. Con esta última «norma» quedan descartados, por ejemplo, grandes clásicos del ocio como el air-jokey, aquellas fantásticas canastas de baloncesto móviles, los pinballs o las máquina de «Punching Ball» que reinaron durante años los arcades de toda Europa y de los que me ocuparé otro día. Vayamos al lío:
El Billar
De disputada autoría entre franceses e ingleses, el Billar reinó como juego de salón durante muchos años en toda ciudad y pueblo que se preciase a lo largo de todo el viejo continente. De hecho, el Billar generó la creación de locales destinados a su práctica que alguien, todo un genio del naming, bautizó como «Billares». De hecho estos «Billares» fueron el germen que años posterior se convertiría en los salones arcade: como mínimo tres de los que más frecuenté durante mis años menos viejunos habían tenido su origen en el juego de las bolas y los tacos.
Remarcaré algunas cositas sobre el billar:
- A pesar de que hay más tipos yo solo conocí dos: el de bandas (o francés) y el de agujeros (o americano).
- Siempre que intenté jugar al de hacer carambolas lo único que sentí fue frustración, decepción, ira y depresión. Jamás logré aguantar una partida entera de lo malo que era.
- Las normas del billar americano se trasnmitían por tradición oral (en muchos casos oral y etílica), cosa que provocaba que, dependiendo de con quien jugases, éstas variasen terríblemente. Por ejemplo: cuando ya has introducido todas tus bolas en los agujeros… ¿la bola negra va al mismo o al contrario de la última?. Si introduces por error la bola blanca en un agujero… ¿tienes dos tiros o dos «entradas»? ¿tienes que tocar una bola que esté más allá del centro de la mesa? Y así podría seguir horas y horas… pero cada local, cada salón y casi cada jugador tenía su propio libro de normas.
- En relación a lo anterior: las mayores peleas que jamas vi relacionadas con el billar tenían su origen en las discrepancias sobre algún punto normativo del mismo.
- Siempre hay alguien infinitamente mejor que tú jugando a billar. Seres dotados con una gracia felina al mover el taco. Seres dotados por naturaleza para jugar a billar. Por cierto:
- ¿Cual era la manera correcta de coger el taco? ¿Entre los dedos? ¿Deslizándolo sobre ellos? Cada cual tenía su propio (y erróneo seguramente) estilo.
- La tiza. En los locales selectos había dos: una para el cuerpo del taco de color rosáceo y otra para la punta del mismo, azul generalmente. Su uso autodidacta hacía que en muchos casos su aplicación fuera totalmente inútil.
- En toda vida del jugador de billar amateur hay una partida recurrente: aquella que periódicamente reaparece y que se hace infinita en el tiempo, en la que no entra ni una bola de casualidad vamos.
- Poner tacos el los agujeros para evitar que las bolas se colasen y jugar más partidas es algo muy feo pero que todos hemos hecho.
El Futbolin
Esta recreación del fútbol en miniatura es, simplemente, una maravilla. Su origen también está disputado, en esta caso su autoría se dirime entre ingleses y españoles, pero… Quedaos con esta idea, pensadla, analizadla, dadle las vueltas que queráis y aceptadla como una de las verdades absolutas más inmutables del universo: el único, mejor y perfecto futbolín lo fabricaba, y lo sigue haciendo, la empresa Billares Córdoba. Cualquier otro es, y dejadme ser tajante en esto, una pura bazofia. He probado futbolines ingleses, irlandeses, franceses, finlandeses, portugueses y otros fabricados en España y ninguno, absolutamente ninguno llega al nivel de jugabilidad, tacto y precisión a los de Billares Córdoba. Aclaro una cosa: hablo desde la perspectiva de un absoluto no-profesional del tema, con esto quiero decir que ahora no me salga el típico campeón mundial de futbolín, unificador de todos los títulos de las diferentes asociaciones, diciendo que los mejores son los que monta su abuela en Sebastopol, gracias por la información amigo, pero este no es el foro adecuado para expresarla.
Algunas consideraciones a tener en cuenta sobre el juego del futbolín son:
- Al igual que pasa con el billar siempre, siempre, siempre, encontrarás a alguien mejor que tú. A pesar de ello, yo conseguí un nivel entre medio y alto que me permitió pasarme largas tardes y noches a muy buen precio ya que quien entraba a jugar pagaba y si perdías salías.
- Logré ser mejor que otros gracias a que mi amigo Raúl tenía en un cobertizo de la azotea del bloque de pisos de sus padres un auténtico futbolín Córdoba. Como os he explicado alguna vez los aburridos días de verano en la gran ciudad eran insoportables. Muchos de ellos los pasamos entrenando los dos en su casa.
- Para entara a jugar debías colocar una moneda junto al cenicero integrado del futbolín. El orden: ERA SAGRADO, todo se regía por el orden, vivíamos por y para él. Si alguien se intentaba colar sus días en el local estaban más que contados.
- Tres eran las técnicas para lograr ser un máster del juego: el cambio-chut de tres jugadores en la delantera, el disparo en gancho con un único jugador y el pase perfecto entre los medios y la delantera para empalmar un mortífero disparo a gol.
- La técnica del pase atrás al portero y que este realizase un tiro parabólico hasta la portería rival era espectacular y de difícil aprendizaje y ejecución, pero en muchos lugares estaba mal visto realizarlo.
- La técnica del arrastre estaba TOTALMENTE PROHIBIDA y su uso implicaba miradas de odio, amenazas, agresiones físicas, el veto y la expulsión de por vida del salón o del bar en cuestión.
- La compenetración entre la delantera y la defensa era totalmente primordial. Yo siempre fui más de jugar en la delantera y siempre he admirado a los que dominan la defensa ya que encuentro dificilísimo saber cubrir bien los envites del rival. Mi amigo Raúl era muy bueno en defensa.
- El golpe de un mango de futbolín en las partes nobles de cualquier macho de la especie humana es uno de los dolores más horrorosos que se pueden sufrir.
- Colocar cartones doblados en el pulsador de las bolas para que este quedase bloqueado y las mismas saliesen directamente es algo muy feo pero que todos hemos hecho.
Realmente añoro el ambiente de los bares y salones de juegos cuando éstos estaban poblados con billares y futbolines. Sobre todo de finales de los ochenta y principios de los noventa. Sucios, mohosos, llenos de gente de malvivir y plagados de tráfico de sustancias no demasiado legales. Aquellos billares que agonizaban con sus tapetes roídos y aquellos futbolines a cuyas barras les faltaban los tacos que hacían de tope, o cuyos jugadores habían ido a parar a las estanterías de la habitación de alguien, se fueron para no volver. Pero me gustaría acabar este artículo haciendo mención de un Proto Bit muy anterior a la época de decadencia a la que hacía referencia. Un artefacto que nos enseñó que aún nos quedaban muchas maravillas por descubrir que no éramos capaces ni de imaginar. No es otro que la fantástica maquina de conducción de monedas Monza. Esta:
Por cierto, si algun/a viejun@ que lea estas palabras está interesado en adquirir una, en este foro hay alguien que dice venderlas originales (no nos hacemos responsables sobre la veracidad de la información)
¿Cómo recordáis estos Proto Bits viejun@s? Contad, contad…
Tomad la medicación…