Si os digo el nombre de Rubén Ramírez lo más seguro es que muchos de vosotros os quedéis igual, ¿verdad? En los 90, y siendo un crío, Rubén alcanzó la fama gracias a la capacidad innata que tenía para la imitación y que le hizo ganarse el apodo de “El niño de las 1.000 voces”. Su talento era de tal calibre que fue contratado para participar en series de éxito como “Farmacia de guardia” y “Éste es mi barrio” elevando su popularidad a cotas altísimas. Tal vez muchos de vosotros todavía no sabéis de quien os estoy hablando así que a lo mejor una foto os ayuda a refrescar la memoria.
Ahora sí, ¿no?
Rubén Ramírez es uno de esos casos de niño prodigio que es explotado por la televisión y que después cae en el olvido. ¿Qué hace que su historia sea diferente a la de otros niños prodigio? Pues que Rubén ha decidido contar su vida en una obra de teatro titulada “El niño de la tele” y que actualmente se puede ver en la Sala Flyhard de Barcelona.
En “El niño de la tele” Rubén Ramírez nos hace un monólogo de unos 80 minutos en el que nos narra su ascenso a la fama y posterior caída. En el escenario solo le tenemos a él, aunque está puntualmente ayudado por dos actores más, y pantallas de televisión en las que se reproducen algunos de los momentos televisivos en los que Rubén brilló. Es de aplaudir que a pesar de tan pequeña escenografía y de contar con un solo personaje la obra mantenga un nivel tan alto desde el minuto uno hasta el final demostrando que no hacen falta grandes dispendios para ofrecerle al público un buen espectáculo.
Pero para no faltar a la verdad gran parte del mérito de ese gran nivel de “El niño de la tele” reside en que la vida de Rubén Ramírez es una de esas vidas que merecen ser contadas. Rubén era un niño al que su padre llevaba a actuar a un bar de Santa Coloma de Gramanet. Un buen día fue descubierto por Marianico el Corto que se lo llevó con él a actuar al Teatro Arnau. Tras esto y una aparición en el programa de radio de Luis del Olmo su carrera se disparó al estrellato. Pero como ya os he avanzado todo lo que sube, baja y la carrera de Rubén no tardó en caer en picado.
Lo mejor de la obra es la gran capacidad de autoparodia que exhibe Rubén. Sobre todo cuando narra sus intentos de regresar a la senda del éxito. La historia, su vida, está salpicada de jugosas anécdotas y esto beneficia enormemente a la obra. De entre todas las que nos explica me quedo con dos. Una que le sucedió durante el rodaje de “Mediterráneo”, serie televisiva de la que como él bien dice no se acuerda ni Dios, en la que tuvo un problema para recordar el nombre de su personaje llevando a la desesperación al equipo técnico. La otra sucede durante su época de intento de recobrar la fama y nos explica como su desastroso mánager le consigue una audición para “Un paso adelante”. ¿El problema? Rubén no sabía bailar. Ojo a la recreación que hace de su casting que ya aviso que es tronchante.
Además de demostrarnos que sabe reírse de sí mismo Rubén también aprovecha “El niño de la tele” para saldar alguna cuenta pendiente y lanzar algún dardo envenenado. A mí personalmente me encantó su pequeña rajada del programa “Crackovia” de la televisión autonómica catalana y de cierto actor que participaba en él.
Un último apunte acerca de “El niño de la tele”. Creo que muchos de los padres que deciden llevar a sus hijos a alguno de los muchos talent shows que actualmente hay en televisión con el objetivo de que se hagan famosos tendrían que ver esta obra. En uno de los pocos momentos que Rubén se pone serio nos cuenta como sus compañeros de escuela le daban la espalda solo por ser famoso y lo que es peor, como niños de otros colegios venían al suyo solo para insultarle.
Al final Rubén hace lo que mejor sabe hacer: imitar. En un sprint final brutal nos ofrece una serie de imitaciones que nos hace descubrir que aún hoy no tiene nada que envidiar, más bien al contrario, a otros imitadores que siguen saboreando las mieles del éxito.
En resumen, si te gustan las historias de mitos caídos, si sientes curiosidad sobre que pasa detrás de las cámaras de la televisión, si te interesa saber alguna que otra historia sobre las series y programas más populares de la televisión de los 90 o si simplemente quieres pasar 80 minutos entretenido y echarte unas buenas risas te animo a que vayas a ver “El niño de la tele”. No te arrepentirás. Palabra.
“El niño de la tele” estará en la sala Flyhard de Barcelona hasta el día 2 de mayo. Espero y deseo que la obra tenga la suerte que se merece y que pueda hacer gira por otras salas de España.