Los que sois seguidores habituales de este humilde blog conoceréis de sobra mi pasión por los culebrones. De hecho, no hace mucho os conté los motivos de mi devoción por “Dinastía”. Hoy mi intención era hablaros de cuatro o cinco culebrones no muy populares que a mí me volvían loco. Pero al empezar a recopilar recuerdos de algunos de ellos me he dado cuenta que la cosa iba a quedarme muy larga y como mi intención es no aburriros, y porque no decirlo, trabajar poco, he decidido hablaros de ellos, pero de uno en uno. Y de la lista de mis series folletinescas favoritas, la que tiene el honor de ser la elegida para continuar mis crónicas “culebroneras”, es la que tiene también el privilegio de poder decir que volvió locas a mis hormonas: “Muñecas de papel”.
Esta serie trasladaba las típicas tramas de amores y desamores y luchas por el poder al glamuroso mundo de la moda. La Harper WorldWide Incorporated era un conglomerado de empresas de la que formaba parte Haper Cosmetics, una división dedicada a los cosméticos dirigida con puño de hierro por Grant Harper, interpretado por Lloyd Bridges, del que esperabas que en algún que otro momento tenso dijera algo del estilo “Elegí un mal día para dejar de oler pegamento”. Harper estaba enfrentado a Racine, la directora de la agencia de modelos más prestigiosa de Manhattan. Racine era un ser odioso que estaba interpretado magistralmente por Morgan Fairchild, a la disfruté odiando también en “Flamingo Road”, otro de los culebrones de los que planeaba hablaros hoy. Para animar un poco el cotarro, y empezar a elevar las dosis de morbo, estaba Wesley, el hijo de Grant, que odiaba tanto a su padre, al que culpaba de la muerte de su madre, que se aliaba con Racine, con la quien también retozaba, para hundir a su progenitor. Wesley estaba interpretado por Dack Rambo, un actor por el que sentía simpatía gracias a su molón apellido. No todos podemos decir que nos apellidamos como el más famoso veterano del Vietnam, ¿no? Rambo, el actor, no el personaje, se dejó ver también de forma recurrente en “Dallas”, en la que interpretaba a Jack Ewing, primo de J.R. y Bobby. Desgraciadamente no pudimos disfrutar mucho tiempo del talento de Dack. El 21 de marzo de 1991, a la edad de 54 años, falleció víctima del SIDA. Este dato lo doy porque 1) Lo sé desde 1991 y estaba esperando un buen momento para soltarlo y si no lo digo ahora ya no lo diré nunca. 2) Sé que estos datos morbosillos de defunciones en plena flor de la vida os gustan mucho porque sois unas «marujas» como yo. Antes de fallecer, Dack hizo pública su bisexualidad y confesó que desde los 20 años se había empotrado a todo lo que se movía. Incluida al craco de tu prima. ¡Hurra por Dack!
A estas alturas te estarás preguntando qué tiene que ver toda la mierda que te estoy contando con mi revolución hormonal. Ahora te lo cuento, ya va, tranquilito. Pero para crear un poquito de suspense, y con la intención de que comprendas un poco mejor lo que te contaré a partir del párrafo siguiente, vamos a ver algo que deberíamos haber visto ya: la intro de la serie.
Decía que la serie estaba ambientada en el mundo de la moda y ¿qué es lo que más prolifera en ese mundo? Exacto, modelos. Y “Muñecas de papel” trataba sobre todo de eso, de las modelos. De sus sueños, de sus aspiraciones, pero también de los sinsabores de la profesión. Y es precisamente el plantel de actrices que interpretaba a las modelos lo que revolucionó salvajemente mis hormonas. Pensad que la serie llegó aquí en 1987, a pesar de que en USA se emitió en 1984, y yo por esa época tenía trece años. Estaba empezando a descubrir que existía un mundo más allá de mis Airgam Boys y mis coches de Guisval. Estaba descubriendo a las chicas. Y las de “Muñecas de papel” eran todas unas bellezas. Fueron todas y cada una de ellas, sobre todo una en concreto, mis primeros amores catódicos.
Por un lado teníamos a Blair, hija de Grant y hermana, aunque solo por parte de padre, de Wesley. Blair era una supermodelo. De hecho, fue la primera cliente de Racine. Próxima a los treinta y embarazada de pocas semanas empieza a temer por el futuro de su carrera. Blair estaba interpretada por Mimi Rogers, que por aquel entonces era más conocida por ser la pareja de Tom Cruise, con el que se acabaría casando, que por su carrera. El mismo año que nos llegaba “Muñecas de papel” a la televisión llegaría a los cines la que es tal vez su película más conocida: “La sombra del testigo”. El hecho de que Blair estuviera casada en la serie y esperando un hijo, y aun siendo guapísima, hizo que mi atención se centrara en las otras dos modelos protagonistas de la serie. Sobre todo en la siguiente.
Taryn Blake era la mejor modelo adolescente de la agencia de Racine. El problema es que debido a la fama adquirida tenía un ego desmesurado. Eso, sumado a su díscola vida repleta de alcohol y drogas, convertía a Taryn en una patata caliente para la agencia. Además, su madre, la típica mujer controladora, déspota y bastante tocapelotas, era otro buen engorro.
Taryn estaba interpretada por Nicollette Sheridan, que por esos años me tenía completamente embelesado. Como ya debéis saber, y si no os lo digo, Nicolette era popular por aquellos años gracias a un anuncio de Martini en la que ella iba patinando y llevando una bandeja con una botella de dicha bebida. Este en concreto:
Sheridan era la típica chica rubia que te volvía loco. Ella era, sin ninguna duda, mi mayor motivación para ver la serie. Años después, la actriz repetiría en el mundo de los culebrones con “California”, el spin-off de “Dallas”, de la que ya os avanzo que era seguidor, es otro de los culebrones de los que os quería hablar hoy, pero de la que me volví un auténtico fanático al empezar a salir Sheridan. Tal era mi pasión por esos años por ella. No hace mucho revisioné “La salchicha peleona” solo para verla de nuevo joven y guapa. Y para echarme unas buenas risas, no os voy a engañar.
Actualmente la veía en el remake de “Dinastía”, pero su papel era demasiado antipático como para hacerme aflorar de nuevo sentimientos pasados hacia ella. Por cierto, y como dato anecdótico, Nicollette estuvo saliendo durante sus años mozos con la estrella del pop Leif Garrett, cuya vida de éxitos y posterior caída en desgracia ya os conté aquí.
Y por último, pero no menos importante, teníamos a Laurie Caswell, interpretada por Terry Farrell, la típica chica humilde que sueña con triunfar. Racine la contratará para hacer de ella una estrella. Farrell tenía el típico papel agradecido de chica mona y buena persona. La típica chica que si ya es bonita con unos tejanos y una camisa a cuadros, imagina cómo estará luciendo un vestido elegante. Así es normal que todos, yo el primero, nos sintiéramos atraídos por ella. Además, siempre gusta ver a alguien que podrías ser tú, triunfar. ¿No es así? Así que si Laurie triunfaba, todos triunfábamos con ella.
A Terry Farrell le cogí especial simpatía, además de por su participación en “Muñecas de papel” por sus papeles en “Regreso a la escuela” y “Hellraiser III”. Años después me reencontré con ella en la sitcom “Becker”, de la que me declaro fan.
Como os he dicho, “Muñecas de papel” se emitió en USA en 1984. La serie surgió gracias al éxito de un telefilm de mismo título protagonizado por Joan Collins en 1982. Sus grandes audiencias animaron a los responsables de la ABC a realizar una serie. Para ello, sustituyeron al 99% del casting, en el que además de Collins había gente como Daryl Hannah o Alexandra Paul. La serie se rodó en Nueva York y durante los rodajes en exteriores era habitual que grandes muchedumbres se acercaran a ver los pormenores de la filmación y estar cerca de los actores. Todo indicaba a que la serie iba a ser un rotundo éxito. “Muñecas de papel” parecía preparada para competir con “Dallas” y “Dinastía”. Nada más lejos de la realidad. La serie nunca logró convertir la expectación que despertaba en audiencias y fue cancelada tras tan solo catorce episodios. Su episodio final dejó varios cliffhangers sin resolver. Entre ellos, una llamada telefónica que recibía Racine en la que se le decía que habían descubierto algo muy interesante de su pasado.
La corta vida de “Muñecas de papel” hace que lastimosamente haya caído en el olvido. Tal vez no fue una buena serie, lo más seguro es que no. Probablemente no fue un buen culebrón, pero tampoco fue de los peores. Pero tuvo algo que hizo que me calara mucho y que la siga recordando treinta años después. Y no fue solo la belleza de sus tres protagonistas. Por cierto, ¿a alguno de vosotros la serie también le dejó huella como a mí? Contad, contad…