Cuando echamos la vista atrás en el tiempo y te pones a pensar en la televisión que veías de niño y/o adolescente un auténtico bombardeo de imágenes te colapsa el cerebro. Y si ese viaje televisivo en el tiempo lo haces en compañía es normal que se inicie una animada tertulia sobre que series y/o programas consumíamos.
Normalmente empiezas hablando de series y una a una van saliendo auténticos clásicos de la televisión como “El equipo A”, “El increíble Hulk”, “Galáctica: Estrella de combate” y un largo etcétera. De pronto empiezan a emerger títulos de series semiolvidadas como “Bajo la montaña”, “Billie Joe y su mono” o “Traedlos vivos”.
Tras ese repaso exhaustivo a las series de televisión se empieza otro dedicado a los dibujos animados. Que si “Sport Billy”, que si “El osito Misha” o que si “Las aventuras de Tom Sawyer” y bla, bla, bla.
Todo eso acaba desembocando a acordarnos de concursos como “Si lo se no vengo” o “Un, dos, tres… responda otra vez”.
Durante unos minutos, más bien horas, hacemos un pequeño resumen de más de una década de televisión. No dejamos nada por comentar. ¿Nada? ¿Seguro?
Hoy os voy a nombrar tres cosas, a falta de encontrarle un nombre mejor, de la televisión de nuestra infancia que nunca salen en nuestras tertulias catódicas.
Estas son estas tres “cosas”:
1) La carta de ajuste.
Según wikipedia la carta de ajuste “es una señal de prueba de televisión que se suele emitir en ausencia de programación. Su finalidad es la de mantener activa toda la cadena de emisión y facilitar el ajuste en los diferentes elementos que componen la misma, en especial en los receptores de televisión”. O, como nos referíamos a ella de niños, es esa redondita que dice la hora que es y que ponen en la tele antes de que empiecen los programas.
Hoy tenemos programación televisiva ininterrumpida las 24 horas del día pero hay que recordar que no siempre fue igual. Es por eso que las televisiones nos metían su carta de ajuste, normalmente acompañado de una música de lo más ñoña, en las horas en que no había emisión.
Según decían en TVE la carta de ajuste servía de guía para sintonizar brillos, tonos y mogollón de tonterías más. Lo bueno del caso es que nadie sabía que la carta de ajuste tenía esa utilidad.
Básicamente la carta de ajuste era un coñazo. Abrir la televisión y verla en pantalla te daba ganas de suicidarte porque eso significaba que aún faltaba un buen rato para ver, por ejemplo, dibujos animados.
La carta de ajuste desapareció de nuestras vidas en el año 2.000. Los últimos canales en utilizarla fueron La 2 y Canal plus. Dios la haya acogido en su seno y la disfrute sintonizando brillos allí en el paraíso.
2) Minutos musicales.
Hoy en día si buscas música en televisión lo máximo que vas a encontrar son cosas como “La voz” y realitys por el estilo.
En los 80 gozábamos de programas musicales, aparte que era normal que en otro tipo de programas, magazines, concursos, etc., también contaran con actuaciones musicales.
Pero además había otra vía para disfrutar de la música y esta era los “Minutos musicales”. Estos minutos no tenían horario ni fecha fija, salían en pantalla cuando menos te lo esperabas. Normalmente aparecían cuando tenían que hacer alguna conexión y esta fallaba, por ejemplo con la señal de un partido de fútbol que se retransmitía desde el extranjero, y mientras solucionaban el problema nos amenizaban la espera con “Minutos musicales”.
Esto iba así: La conexión no llegaba, salía el rótulo de “Minutos musicales” y una voz en off nos daba un aviso del estilo “Señores televidentes, por problemas técnicos no podemos conectar con “llamalo X”. Mientras solucionamos esta incidencia disfruten de unos minutos musicales”. Y a partir de ese momento nos iban emitiendo videoclips hasta que por fin recuperaban la señal y abruptamente cortaban los “Minutos musicales” y se ponían a emitir lo que estaba programado originalmente.
Los avances tecnológicos han hecho que estos fallos ya no se produzcan y eso fue la sentencia de muerte de “Minutos musicales”. Descansen en paz o, mejor dicho, que se vayan con la música a otra parte.
3) Los rombos.
En 1962, TVE puso en marcha un código de regulación de contenidos por rombos para indicar para que público eran aptos los programas que emitían.
Este sistema se puso en marcha debido a que cada vez habían más programas no aptos para los niños. Así la aparición de un rombo indicaba que el programa no era indicado para menores de 16 y la aparición de dos rombos que no era adecuado para menores de 18.
En 1964 lo modificaron un poco y un rombo significaba que el programa estaba dirigido a mayores de 14 años y dos rombos a mayores de 18.
Cuando murió Franco, ya sabéis aquel hombre que tenía el culo blanco porque su mujer se lo lavaba con Ariel, la censura en España desapareció pero el sistema de los rombos siguió siendo utilizado hasta 1985 para indicar si una película era de carácter erótico o podía contener violencia.
Es bonito recordar aquellos momentos en que por H o por B estabas solo en casa y en aquel momento por televisión emitían un film señalizado con dos rombos. El que no estuvieran tus padres allí para mandarte a la cama, reacción que tenían todos los padres con sus hijos cuando veían aparecer los dos rombos, te albergaba la esperanza de ver algo que para ti estaba prohibido y ya sabemos todos que bien nos sentaba de pequeños saltarnos las prohibiciones.
Y esto ha sido todo por hoy. Creo que he hecho justicia con estas tres “cosas” (caray, soy incapaz de darles un nombre mejor) televisivas a las que les hemos brindado este recordatorio.
Y vosotros viejunos, ¿recordabais estas tres “cosas”? ¿Qué recuerdos os traen? Contad, contad…