Dejad de rezar, de encender velas, de hacer sacrificios humanos o lo que sea lo que hagáis para suplicar a vuestro dios. No hace falta que os humilléis más. Vuestra sección favorita ya está aquí de nuevo para amenizaros vuestra existencia. Y creedme cuando os digo que este regreso os va a resultar inolvidable porque la décima entrega de “Nacida inocente” es lo más deleznable que os habéis tirado en cara en vuestra vida.
Si recordáis bien, la cosa se había quedado en un cliffhanger de tres pares de cojones. Nuestra heroína estaba siendo buscada por la justicia por secuestro, que no había cometido, homicidio múltiple, que no había realizado, y por saltarse su libertad condicional, esto sí que lo había hecho, veis. En una decisión sin precedentes, decide huir a México junto a un tipo que la había intentado violar. Total, la han violado tantas veces que ya lo encuentra lo más normal del mundo. Vale, pues esta era la situación. ¿Sí? Pues olvidadlo todo porque esta décima entrega se pasa la continuidad por el forro. Empezamos la lectura y somos testículos, digo testigos, de la mayor elipsis de la historia de la literatura. Para flipar, de verdad. Nos encontramos con Chris en el despacho del juez Sibelius, ya que ha decidido cesar con esa vida de proscrita. Lo que pasa es que no te cuentan cómo llegó a esa decisión y lo que es peor, llega el juez y se olvida de tocar el tema del asesinato múltiple y del secuestro. Se dice que ella se ha portado regulín y que debe volver al reformatorio. O sea, ¿en serio? Lo que pasa, y en un giro argumental tan bestia que me mareé al leerlo, es que cuando van a dictar su ingreso en el reformatorio llega por sorpresa un tío, que es un millonario de los guapos, a quejarse porque van a condenar a su hijo adolescente por hacer cosas de niño rico malcriado. Ya sabéis, conducir borracho, darle a las drogas y cosas por el estilo. En plena movida de gritos y reproches alguien propone poner en marcha una experiencia piloto que funciona en algunos lugares: montar una granja para chicos problemáticos. Resulta que el tío rico tiene una granja de su propiedad y llega a un arreglo con el juez: él cede su granja gratis con la condición de que su hijo ingrese allí en lugar del reformatorio. El juez acepta y cómo la idea ha partido de Chris, ella también va para la granja, ia, ia, ooooh.
A la granja además de Chris y el niño rico, que se llama Steve, van otros reclusos cuyos dramas personales cumplen toda clase de estereotipos. Así pues, tenemos a la chica a la que su madre prostituía, un chaval de buen corazón que mató a un chico accidentalmente y un crío especializado en hurtos. En la granja trabaja una familia, el padre de la cual es un borracho de mucho cuidado, cosa que hace que sospechemos que este tío en cualquier momento intentará abusar de Chris. Pero resulta que el borrachín tiene un hijo, llamado Burt, que se ve que está bastante buenorro. Eso nos indica que será el siguiente gran amor de Chris prácticamente seguro. ¿De momento el libro os parece aburrido? Es que es muy aburrido.
A partir de aquí viene una larga serie de tópicos. A ver, en el pueblo nadie quiere a delincuentes, así que el sheriff de la localidad no para de tocar las pelotas. Se produce un robo y todos sospechan del chavalín ladrón, pero al final se descubre que es inocente. Chris sorprende a la chavala que era prostituida por su madre manteniendo relaciones con el granjero borracho. Y así todo. Pero os estaréis preguntando: ¿Hay violación o no? La hay, la hay.
Resulta que Steve es el que realiza el robo por el que acusan injustamente al chavalín ladronzuelo. Con el botín se ha costeado drogas con las que colocarse. Chris lo descubre y tras tener una pelea con él pasa lo que todos temíamos que iba a pasar: Steve viola a Chris. Pero de la forma más gratuita posible. Es meter morbo por meterlo. Sin ningún tipo de sentido ni lógica. Lo mejor es que Chris, y en una de esas decisiones estúpidas que toma ella, decide no denunciar la violación para que no cierren la granja. Pues muy bien. Sigue plantando coles y ordeñando vacas si eso te hace feliz.
Al final, y para tener una excusa para alargar la saga, pasa una cosa que debería crearnos interés o tensión, pero que a esas alturas y con lo mierdoso que esta siendo el libro nos resulta totalmente indiferente. El padre de Steve muere de un infarto de esos que te dan cuando eres un personaje secundario que no interesa a nadie. Steve es su único heredero y una de las muchas cosas que hereda es la granja. Como es un amargado de la vida y como odia a todo el mundo, decide vender la granja condenando así al resto de chicos a volver al reformatorio. Chris se aferra a que ocurra un milagro que impida que suceda eso. ¿Ocurrirá? La verdad es que me importa una mierda.
“La granja de Chris: Nacida inocente 10ª parte” ha sido un autentico suplicio de lectura. A estas alturas la saga está más que muerta, el truco de la elipsis así lo atestigua, y no despierta ya ningún tipo de interés. Si no quedaran solo dos libros para acabar os juro que arrojaría la toalla porque esto ya no hay quien lo aguante. Una pena porque la cosa era un sinsentido absoluto, pero por lo menos era divertido y lo que era supuestamente morboso provocaba bastante gracia. Pero borrando la continuidad y realizando un reinicio con el tema de la granja lo que han conseguido es cargarse la saga. Veremos cómo continúa la cosa, pero si solo duró dos libros más es que no supieron remontar ya la situación.
Os voy a ser sincero: mi intención era terminar la saga antes de del parón vacacional de agosto, pero lo veo complicado. Es que se me está haciendo cuesta arriba terminar. Esto está adquiriendo unos tintes horribles. El aburrimiento se ha apoderado de “Nacida inocente”. Pero os juro, y cómo ya prometí también en su momento, que voy a reseñar toda la saga. Ha llegado el momento que os manifestéis vosotros: ¿Esperáis algo bueno de los dos últimos libros? ¿Os parece Chris Parker tan insufrible como me lo parece a mí? Contad, contad…
Para leer la reseña de «Nacida inocente 11ª parte» clica AQUÍ.