Hubo un tiempo en que los juguetes no precisaban baterías ni pilas y eso, viejunos, podía ser una bendición o una maldición porqué yo, personalmente, habría matado para que existiese la PS3 en los años ochenta pero, mira tu por donde, me tuve que conformar con esta joya de la tecnología: el yo-yo Five Stars.
Recuerdo como los especialistas malabaristas del invento, contratados por la empresa distribuidora, se presentaban a la puerta de la escuela para hacernos alucinar con sus trucos y posiciones, y con la evidente misión de vendernos uno.
De yo-yos habían muchos, de muchas marcas, colores y calidades, pero hoy estamos hablando de la joya de la corona, el Five Stars, marca que principalmente producía dos modelos, el de la primera imagen que es el «Super» y el modelo avanzado, y objeto de deseo de todos los de mi clase, el «Pro-Yo», cuyo precio solo lo hacía accesible a unos pocos privilegiados.
Yo me defendía bastante bien con mi modelo «Super» y dominaba a la perfección las técnicas del «Perrito», «La Torre Eiffel», «El columpio» y «El pistolero», a parte del manido bucle infinito de lanzar y recoger. Siempre tuve problemas con el «Doble pistolero» ya que nunca supe como empalmar de manera óptima los dos tiros. También recuerdo el inmenso mundo que se creo alrededor de las cuerdas de yo-yo. Tenían una vida limitada por el continuo roce al que eran sometidas, en todos los quioscos y tiendas de chucherías podías encontrar repuestos pero… no todas era iguales. Conocer qué cuerdas iban mejor y saber dónde conseguirlas era información privilegiada que se trataba como un secreto de estado.
Posteriormente una marca hizo sombra a los Five Stars: Russel. Era de origen argentino y sus formas y diseño permitían que la realización de trucos fuera más fácil. Eran estos (podemos ver el modelo «Campeón» y el «Olimpic»):
Sea como sea nunca llegué a ser un súper experto. En el barrio se convocaron concursos y ligas de yo-yo pero jamás pasé de ser un simple espectador ya que el nivel era muy alto (recordad que siempre había alguien que hace más campanas que tú…).
¿Erais buenos con el yo-yo viejunos? ¿Sí? pues recordad esta verdad universal… por muy bien que hagáis una cosa, siempre habrá un oriental que lo haga mucho mejor… y para muestra un botón:
Tomad la medicación…