Hay días en los que el mero hecho de levantarse, vestirse, salir a la calle y dar una vuelta puede convertirse en algo realmente excepcional viejun@s. Ayer fue uno de esos días. En la ciudad donde vivo los domingos hay un mercado de libros y cómics y otra parafernalia de ocasión muy famoso y normalmente no falto a la cita semanal. En muchas ocasiones la visita acaba de manera infructuosa (para bien de mi economía familiar) y simplemente el hecho de pasear entre toneladas de historia ya vale de por sí la pena. Pero hay días especiales. Ayer, rebuscando entre un montón de álbums de cromos mal organizados, mal apilados y peor conservados encontré una joya, una joya que pateó mi maltrecho cerebro de manera inmediata haciendo que algunas neuronas que tenía totalmente atrofiadas desde hace muchos años cobrasen vida de nuevo. Esta imagen fue la culpable (es la contra portada):
¡Dios mío! La subida de adrenalina fue instantánea. Aquella imagen, aquella fotografía, aquellos dos seres metálicos… no otra foto, no otra imagen, no otros simpáticos androides. Eran esos, era esa imagen. De pequeño me fascinó. Me pasé horas y horas mirándola. Horas y horas deseando poder atravesar la frontera espacio-temporal que me separaba de ellos dos y poder ir con ellos a pasear por el desierto, a salvar una princesa o a encontrar un viejo ermitaño cascarrabias (siempre con la conditio sine qua non de que me consiguiesen un sable láser evidentemente). De hecho, durante los primeros momentos de mi hallazgo matutino de ayer no fui ni consciente de que lo que tenía entre las manos era un álbum de cromos. Sí viejun@s, el álbum de cromos orgiginal del año 1977 publicado por Pacosa Dos:
El álbum está en unas condiciones que podríamos definir como «aceptables». No se trata de un ejemplar conservado perfectamente pero por los 10€ que me costó, y teniendo en cuenta que contiene 158 de los 187 cromos de los que consta la colección completa en un estado más que digno, pues no está del todo mal.
Si antes os he dicho que aquella imagen me había flipado, la contrapartida vino un rato después al hojear, ya más tranquilamente en casa, el álbum. Hay un cromo que de pequeño me aterraba, de hecho tenía que taparlo con la mano para no mirarlo demasiado rato. Seguro que mucho estaréis pensado, tate, el tonto este se moría de miedo con Darth Vader. Pues no. No era Anakin en su forma maligna el causante de mis terrores. Era este maléfico personaje:
Un tuskem viejun@s, o también conocido como morador de las arenas (que no pecador de la pradera que conozco vuestra debilidad por los chistes fáciles y zafios). Aquella máscara me provocaba pavor y ese arma rudimentaria pero contundente y mortal me sublevaba al miedo. Y sobretodo porqué me recordaba el susto que te da en la película y que te dejaba clavado en la butaca con las gónadas por corbata. Cuando me asustaba demasiado siempre me quedaba la opción, como en los libros de «Elige tu propia aventura«, de volver a la primera página y reconfortarme mirando los rostros de los buenos de la peli:
Como podéis observar Carrie Fisher aun no se había comido a Carrie Fisher ni se había esnifado todo lo esnifable que corría por Hollywood y estaba guapísima. Mark Hamill aun no tenía las cicatrices en la cara que le provocó el accidente de coche que tuvo los últimos días de rodaje de «La guerra de las galaxias». ¿No os habíais preguntado nunca el por qué de la primera a la segunda peli Luke Skywalker pasaba de tener la imagen de un niño a la de un adulto curtido en mil batallas? ¿Sabíais que la escena inicial del «Imperio» en la que Luke es atacado por un Wampa y posteriormente rescatado de la nieve por Han Solo se ideó, filmó e incluyó en el montaje final solo para justificar el «nuevo rostro» de Luke?
Me gustaban mucho también los cromos donde salía Darth Vader y los soldados de choque (curiosa traducción de «Stormtroopers»). No sé, creo sinceramente que siempre me he sentido atraído por el reverso tenebroso, la fuerza a veces puede llegar a ser un poco aburrida, os hablo con conocimiento de causa.
Hacer revisión de cosas que para ti de niño han sido muy importantes con los ojos de un viejuno te lleva a ver curiosidades que de pequeño no habías visto o valorado. Por ejemplo, la ortografía utilizada por los editores del álbum para referirse a R2-D2 y a C-3PO:
Y sin acentos ni nada oiga, que la mayúsculas en castellano, según algunos lumbreras que fueron a E.G.B, no se acentúan.
El álbum también incluye un práctico diccionario galáctico que te puede sacar de más de un apuro en caso de necesitar explicar la saga galáctica por excelencia a alguien totalmente ajeno a la historia:
Me encanta la definición de «robot»… aplicable a infinidad de objetos de la galaxia (de ésta o de la que está muy, muy lejana). Según ella una palanca sería un robot o podríamos utilizar la palabra en infinidad de situaciones:
– Cariño, ¿dónde está el robot que me quiero hacer unas tostadas?
O:
– Me he comprado un robot con doble amortiguación, 21 velocidades y frenos de disco
– Querrás decir que te has comprado una bicicleta de montaña
– No, no un robot. Mira la definición de mi álbum de cromos del año 77.
Quisiera acabar con un llamamiento a todos l@s viejun@s que lean estas lineas ya que me faltan 31 cromos para completar el álbum… ¿Quién se apunta a una buena sesión de «tengui-falti»? Va, yo pongo los ganchitos y los torreznos.
Hasta entonces… tomad la medicación…