Hace unas semanas, y durante una de esas pequeñas treguas que nos concedieron las duras medidas para luchar contra la maldita pandemia que nos azota, estuve con mi amigo Dani, un alma samaritana que me lleva aguantando desde los años de la EGB y solo por eso ya tiene el cielo más que ganado. Estuvimos charlando durante horas y después de ponernos al día nos pusimos a recordar cosas de los viejos tiempos. En un momento dado, y sin venir especialmente a cuento, Dani me dijo: “¿Te acuerdas de los Ostia Puta? ¡Cómo molaban!”. Y tras esto se puso a tararear “El semenythal”, una de las canciones de la banda que más nos gustaban. No hace falta decir que no tardé nada en unirme a él para cantar la canción a dos voces. Y así fue cómo empecé un viaje a más de treinta años atrás en el tiempo.
Los que seguís este humilde blog desde sus inicios sabréis que tanto Manel, que no me canso de decir que, aunque no lo veáis por aquí sigue con vida, y yo fuimos y aún somos muy amantes de la música punk. Yo mismo en su momento os hablé de la influencia que tuvo el Rock Radical Vasco en mi vida y Manel os contó también su experiencia en un concierto de La Polla Records y os dio su valoración del regreso de la mítica banda. Pues bien, durante aquellos años de afición al punk eran habituales mis visitas a Kebra Disc, una tienda de Barcelona donde encontrabas cualquier disco e incluso grabaciones no muy legales de cualquier banda punk del territorio nacional. En una de estas visitas, por ahí el año 89 o 90, un casete que tenían expuesto me llamó poderosamente la atención debido al amarillo chillón de su portada que le hacía resaltar sobre los demás. Ese casete era la maqueta de Ostia Puta, una banda catalana de Ripollet. La maqueta se titulaba “¡Joder ya!”, aunque es popularmente conocida como “La amarilla” por el citado color de su cubierta. Y fue precisamente su portada, en la que se ve a un punk chillando a una señora, lo que me volvió completamente loco e hizo que me animara a comprar la cinta sin tener ningún tipo de información de lo que podría encontrar en ella. Una vez en casa me puse a escucharla y el contenido estaba a la altura de su tremenda portada. Todas y cada una de las canciones me parecieron cojonudas. Evidentemente, les empecé a dar la brasa a mis amigos con los Ostia Puta, cosa que hizo que el casete fuera pasando de mano en mano y consiguiendo con ello que todos mis amigos se unieran a mi causa de idolatrar al grupo.
Y es que creedme que no había para menos. “¡Joder ya!” es un disco repleto de temas del punk más alegre e irreverente. El álbum abre con “Introducción”, que es básicamente eso, una intro. Luego da paso a “Más cerveza”, toda una declaración de amor a tan gloriosa bebida. ¡Cómo no íbamos a caer prendados ante un disco que empezaba así! A continuación viene “Vacaciones en la luna” y luego “A currar”, un temazo sobre lo asqueroso que es trabajar. Sigue uno de los hits que más locos nos volvían a mis amigos y a mí: “Los gilipollas”, otra canción sobre lo mierda que puede llegar a ser el trabajo. La cara B empieza con “El semenythal”, sobre un tío que solo piensa en follar. Imaginaos el impacto que podía causar una canción sobre ese tema en unos chavales que apenas tenían quince/dieciséis años. Después llega “La Rusa”, una crítica al régimen comunista que había en aquel momento en la Unión Soviética. Luego “Mucha jodienda”, otro temazo que nos hacía chorrear adrenalina berreándola a pleno pulmón. Unos pulmones, todo sea dicho de paso, repletos de humo del tabaco más barato. El único que nos podíamos permitir por aquellos días. Una canción en la que se reclamaba nuestro derecho a vivir en una fiesta continua. La penúltima canción es “No sé”, sobre el peligro de las drogas. Pero esa no nos decía nada en especial. Joder, si sudábamos tinta para poder pagarnos un paquete de tabaco era harto imposible que nos pudiéramos permitir a corto plazo comprar unos gramos de farlopa. Y ya para finalizar llegaba “Desintroducción”, que era otra vez “Introducción”, la canción que abría el álbum. En total, diez canciones, bueno, nueve ya que “Introducción/Desintroducción” es la misma, que nos proporcionaban veinticinco minutos del punk más gozoso.
He de deciros que mientras estoy escribiendo estas líneas estoy escuchando el disco. De hecho, llevo todo el día escuchándolo en bucle. Y estoy flipando porque me acuerdo a la casi perfección de la letra de todas las canciones. Hacía eones que no lo escuchaba, pero parece que fue ayer cuando lo hice por última vez. Este es el mejor ejemplo del impacto que “¡Joder ya!” causó en mi vida. Pero no solo a mí, ¿eh? Justo ayer pasaba a un grupo de WhatsApp en el que está Dani, el amigo del que os hablaba al principio, y Juan, otro de mis amigos de la EGB y de correrías adolescentes, un enlace de YouTube de la canción “El semenytal”. Eso hizo aflorar recuerdos en ellos y Juan incluso nos escribió el inicio de la letra de “Los gilipollas”. Para que veáis que no soy el único que tiene grabado en la memoria este disco.
Antes de ponerme a escribir este artículo he investigado un poco sobre qué fue de los Ostia Puta y es que os he de confesar que a pesar de lo mucho que me gustó “¡Joder ya!” ya no les seguí más la pista, fruto del cambio radical de mis gustos musicales. Por lo que se ve, la banda ha ido experimentando cambios en su formación, pero todavía sigue en activo. También me he enterado del fallecimiento en abril del año pasado de que “Antonichi”, su cantante. Pero de todo lo que he leído sobre ellos, un dato que recalcan en todas y cada una de las páginas es el que más ha gustado descubrir: “¡Joder ya!” fue todo un exitazo en su momento y vendió un número considerable de copias. Y mis amigos y yo comentando por WhatsApp que probablemente éramos de los pocos que conocía la maqueta, ¿sabéis? Me alegra ver que estábamos muy equivocados.
Cómo habréis visto en la foto que comparto más arriba, aún conservo el casete. El problema es que no tengo aparato en el que reproducirlo. Lo que sí tengo es tocadiscos. Mientras investigaba sobre el paradero de Ostia Puta he descubierto que se realizó una reedición de “¡Joder ya!” en vinilo y ahora estoy valorando seriamente la posibilidad de buscar una copia y hacerme con ella. Maldita nostalgia.