Ha cerrado el videoclub

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Tengo un curioso método de trabajo: Tengo una lista de temas de los que os quiero hablar en alguno de mis artículos. Esta lista está formada mayormente por títulos de películas y series de televisión. En ella también tengo anotados algún que otro libro, muchos cómics y el nombre de alguna banda de música. Cuando se acerca el día  en el que tengo que escribir un artículo cojo la lista y la estudio durante un rato para elegir el tema a tratar. A veces la elección es rápida y otras no lo son tanto. Pero a veces después de elegir el tema pasa algo que me hace cambiar los planes, y esto es lo que ha sucedido esta semana.

Me dirigía el sábado hacía mi casa, cuando al pasar por delante del videoclub que frecuento vi un cartel que ponía “Liquidación por cierre”. Entré y la propietaria me informó que cerraba el negocio y vendía todos los DVD’s y Blu Ray’s que poseía. No soy amante de comprar films de segunda mano pero el precio era tan tentador, y ya no digamos alguno de los títulos disponibles, que me agencié un buen número de películas.

Mientras “saqueaba” todo lo que podía, fui testigo de como algún cliente venía a despedirse de la propietaria, cosa lógica si pensamos que el videoclub llevaba abierto más de 20 años y cuando uno lleva tanto tiempo abierto la clientela habitual es algo más que “clientela” y ellos te ven cono algo más que el “propietario”, no sé si me explico. Ella les explicaba que “los números ya no salen” (cosas de la crisis) y que “todo el mundo tiene internet” (ains… la piratería) y que eso motivaba el cierre.

Yo no era cliente habitual, solo hacía año y medio que lo frecuentaba, pero el cierre me apena. Veréis, llevo seis años residiendo en mi barrio. En este período he sido testigo del cierre de tres videoclubs y todos y cada uno de ellos los he lamentado. ¿El motivo? Me encantan los videoclubs.

Mi pasión hacia los videoclubs viene de lejos: En mi casa el vídeo no llegó hasta el año 1989, o sea tardísimo. Mi padre no lo quería ya que decía que si mis hermanas y yo ya nos discutíamos por ver alguno de los tres canales de televisión que existían por aquel entonces no quería ni pensar que pasaría con la llegada de ese aparato. Hasta ese momento mi única relación con el vídeo era cuando algún amigo me invitaba a ver alguna película a su casa. Cuando finalmente llegó el vídeo a mi hogar, para mí fue una bendición.

Del primer videoclub que frecuenté recuerdo muchas cosas, pero no el nombre.  Estaba en la calle Mare de Deu dels desamparats del barrio de Gràcia. En su rotulo, y junto al nombre que ya os he dicho que no recuerdo, ponía “Sección especial terror”. Como el terror siempre ha sido mi género favorito aquello era como estar en el paraíso. Y es que gracias a eso pude visionar films de los que había oído hablar pero a los que, por edad, no había podido acceder. “La matanza de Texas”, “Aullidos” o “Phantasma” son algunos de los muchos clásicos que encontré allí.

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Pero también fue allí donde tuve mi primer contacto con mi ídolo Jean-Claude Van Damme, y es que fue allí donde alquilé “Contacto sangriento”, siguiendo los sabios consejos de un amigo mío.

Por culpa de Van Damme me acuerdo de otro videoclub. Al igual que con el primero tampoco no recuerdo su nombre, pero también estaba en Gràcia, concretamente en la calle San Salvador. Fui allí porque era el único que tenía la única película de Van Damme que me faltaba por ver, “Retroceder nunca, rendirse jamás”.

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Aparte de dicho film, ese videoclub tenía una cantidad de títulos de films de artes marciales alucinante. Allí descubrí a Jackie Chan, Sammo Hung, Brandon Lee (lo que llegué a flipar al descubrir que  Bruce Lee tenía un hijo y que este era el protagonista del film titulado sabiamente por el distribuidor de turno como “Brandon Lee, continúa la leyenda”) a todos los clones de Bruce Lee y a… “Karate Kimura”, película que alquilé siguiendo los consejos no tan sabios de un amigo.

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También tenía un buen surtido de films de terror de comienzos de los ochenta, sobre todo slashers.  Desgraciadamente no lo pude disfrutar tanto como hubiese deseado. La propietaria trasladó el negocio de barrio. Años después, y por la más completa casualidad, entre a su nuevo videoclub, sin saber que era de ella, tentado por un cartel que ponía que vendían films de segunda mano. Allí compré una película que aún conservo: “Pánico en el asfalto” protagonizada por el gran Michael Dudikoff y con Mark Hamill haciendo de psicópata.

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Hacemos un salto en el tiempo. Blockbuster llega a mi ciudad y tengo dos locales cerca de casa. De ellos no me interesa su sección de estrenos, repleta de copias de la misma película, sino su sección de reestrenos. Allí encontré auténticos tesoros: Desde el 90% de la filmografía de Robert Ginty a joyitas como “Caníbal feroz” de Umberto Lenzi o “El destripador de Nueva York” de Lucio Fulci, por poneros algún ejemplo.

El Destripador De Nueva York (2)

Luego llegaría Drugstore video, que al igual que Blockbuster era más interesante por su sección de reestrenos que de estrenos, aunque allí no encontré tantas maravillas.

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Y llegamos a la joya de la corona. Tal vez el videoclub que más he disfrutado en mi vida. De este sí que me acuerdo del nombre. Estaba situado en la calle Alegre de Dalt, también en Gràcia, y se llamaba Gorex. Y tenía ese nombre por una sencilla razón: En el solo podías encontrar películas gore o porno. ¡Total!

Vale que en la sección gore a veces se colaban cositas no muy sangrientas, pero se le perdonaba. Y es que en Gorex no solo pude acceder a títulos que llevaba años buscando, además descubrí cantidad de películas que no sabía ni que existían  (Nota: Por esos años en TV ya habían emitido programas como “Noche de lobos” en Antena 3, “Alucine” en TVE o “Viernes  miedo” en Telecinco, gracias a los que pude ver otra gran cantidad de películas inencontrables) y es que el propietario, un tío argentino muy amable, dominaba mucho en la materia.

En Gorex, además de por su catálogo, también podías pasar un buen rato manteniendo una conversación con el propietario y alguno de los clientes. Allí, además, te podías comprar fanzines y BSO de películas (allí me compre una edición asiática de la BSO de “Suspiria” que guardo como oro en paño).

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Por último me gustaría hablaros de otro videoclub que (creo que) aún existe pero que ya no frecuento porque me pilla lejos de casa. Se llama Star y está situado en Travessera de Dalt (sí, también en el barrio de Gràcia). La de películas que llegué alquilar allí, y eso era gracias a su extensísimo catálogo. Y es que tan pronto encontrabas la última comedia romántica de Meg Ryan, como la nueva película de Mark Dacascos o el último film de Emir Kusturica. Lo tenían todo… o casi todo.

La última vez que pase por allí, en diciembre pasado, vi que aún existía pero que ya no era tan grande como cuando yo lo frecuentaba. Me pareció que había cedido parte del local que ocupaba a otro negocio.

Como veis solo uno de todos los videoclubs que os he hablado continúa abierto. Y es que el negocio del videoclub está, por desgracia, en vías de extinción.

Hay veces que uno se imagina en el futuro al dueño del último videoclub de España, en el día del cierre definitivo del negocio, que al bajar la persiana por última vez,  y emulando a Robert Neville instantes antes de su muerte, diga: “Soy leyenda”.

Cuando he empezado el artículo, mi idea era hablar de las causas del cierre de muchos de estos negocios, pero al final  he preferido tirar de nostalgia (cosa que va con este blog, por otra parte) que liarme a enumerar causas, que se podrían resumir en una, pero ni esa diré. Y no la diré porque siempre que saco este tema acaba desembocando en una discusión con mi interlocutor, que por regla general no es que no visite un videoclub, es que no visita un cine ni que le vaya la vida. Estoy harto de oír “que es caro”. Evidentemente más barato que gratis no hay nada en la vida. Es triste comprarte un DVD, un CD o un libro y que mucha gente te mire con cara rara y te pregunte por qué lo haces “si te lo puedes descargar”. No me voy a explayar más porque entonces esto desembocará en un debate de piratería versus antipiratería y no es el  objetivo de este blog.

Para terminar dejadme haceros una recomendación a todos los nostálgicos del videoclub. Hace poco uno de nuestros seguidores me recomendó una página de Facebook llamada El club de los Monstruos. La Generación del Videoclub . Allí podéis encontrar muchas de las caratulas que pudisteis ver en alguna de vuestras lejanas visitas al videoclub por allí los 80 y/o 90. Visitad la página, vais a disfrutar. Palabra.

Nada más. Si algún@ de vosotr@s quiere compartir algún recuerdo relacionado con su videoclub, será un placer leerlo.

Sed buenos.