Hoy viejun@s os voy a hablar de uno de los juguetes que más hondo caló en varias generaciones de niños de la post-post-guerra (quizá me deje un post, póngase a gusto del lector). Exin Castillos fue, para muchos, el mejor juego de construcción que tuvieron jamás, con permiso de los otros dos grandes monstruos del sector: Tente y Lego. Pero nos vamos a centrar en el que titula este post. No quiero haceros una definición demasiado técnica ni enciclopédica, para eso ya existen por la red cientos de webs. Me gustaría destacar dos foros dedicados a estos castillos a los que podéis acceder haciendo clic aquí y aquí, y un blog muy interesante con fotos de construcciones impresionantes creado por Joaquín Morales al que podéis acceder desde este enlace. A parte, citando a Rick Blane, «siempre nos quedará wikipedia». Os daré simplemente tres datos «académicos»:
- Exin era la abreviatura de la empresa «Exclusivas Industriales S.A.»… que poco glamour para un nombre que para muchos ha sido un referente infantil.
- Desde 1968 hasta 1993 Exin comercializó sus conocidos castillos, ese último año la empresa cerró.
- De 1998 a 2005 la empresa «Popular de Juguetes, S.L.» los volvió a sacar al mercado e incluso lanzó el castillo de Zelda. Finalmente la empresa también desapareció.
Todos estos datos están muy bien pero, ¿qué hizo de Exin Castillos un éxito rotundo?. Os hablaré de lo que yo recuerdo y de lo que hizo que me pasara horas y horas jugando con mi modelo serie azul número 0 (cero), el más sencillo de los de la serie azul ya que no incluía base de plástico para realizar la construcción (el número que acompañaba a la serie azul era, precisamente, el número de bases que incluía). Lo primero era lo atractivo de las piezas. Desconozco el proceso de fabricación de las mismas, pero el acabado, que parecía imitar una especie de mármol color sepia, era de lo más atrayente. El mero hecho de mirar y tocar las piezas ya era algo gratificante. La calidad del producto era evidente. Lo que desconozco era su grado de toxicidad pero bueno, si estoy redactando estas líneas y vosotros jugasteis con Exin Castillos y podéis leerlas, quiere decir que no debía ser demasiado elevado. Lo justo y estándar de la época.
En segundo lugar mi caja de Exin Castillos incluía personajes:
Sí, sí, de hecho puedo asegurar que antes de montar el castillo (ya llegaremos a ello más tarde) y posteriormente, una vez desmontado, me había pasado unos buenos ratos jugando con los caballeros y soldados que lo acompañaban. Si querías podías comprar más «personajes» a parte, los comercializaba Exin bajo la marca «Elastolin Historex». De hecho, sospecho que muchos de los que conservo deben proceder de algún pack de soldados y caballeros extra ya que son de diferentes escalas. Estos son algunos de los que conforman mi mini-colección particular. Caballeros:
Soldados de a pié:
Detalle de un lancero:
Y mis dos personajes favoritos, con los que pasé momentos de miedo al mismo tiempo que me divertía. No podía existir un castillo medieval sin su bruja ni su fantasma:
Deduzco por el nivel de detalle que eran pintados todos a mano, lo que hacía de cada una de las figuras algo único e irrepetible. Para mí, como mínimo lo eran y lo continúan siendo.
Y llegaba el momento culminante, el momento de montar el castillo… mi momento decepcionante. Sí viejun@s, lo he de reconocer, soy un negado en todo lo referente a posicionamiento espacial, montaje de estructuras y representación tridimensional. Mis intentos individuales para montar mi Exin fueron, a la vista de los demás, fracasos absolutos. Por mucho que me esforzara mis construcciones parecían más el resultado de un desastre un una fábrica de ladrillos provocado por un corrimiento de tierras, y guardaban poca o nula relación con las magnificas construcciones medievales. En las instrucciones podías ver los posibles modelos de castillos que podías contruir:
Y este era el aspecto de mis típicos castillos:
Por suerte mis padres, resignados a la evidencia de mi poco futuro como arquitecto, me ayudaban y finalmente conseguíamos (conseguían) llevar a cabo construcciones dignas del juguete. Muchos años después, ya muy entrado en la treintena, recuperé mi Exin Castillos de casa de mis progenitores y decidí que tenía que poner remedio al trauma que me provocaba no haber conseguido jamás levantar desde sus cimientos hasta la punta del torreón más alto un castillo con mis propias manos sin la ayuda de ningún otro ser vivo. Me lo tomé con calma, sabía que no me tenía que estresar ya que la desesperación por no conseguir algo lleva a la frustración y al abandono sistemático de la tarea que intentas llevar a cabo. Sabía que podía desentrañar el misterio de las piezas y llevar cada una de ellas a su lugar correcto y concreto. Me había leído «Los pilares de la tierra» y había visto la serie de televisión. Me había leído «La catedral del mar». Todo para llegar a este último estadio final, el momento en que por fin mis manos se convertirían en picos, palas, andamios, poleas y plataformas y, de una manera plástica y consciente, lo conseguiría. Después de un buen rato y de aislarme completamente del mundo este fue el resultado.
Sí vetustos amigos… ¡lo conseguí! Hice una foto y se la enseñé a mis padres. Tuvieron que hacer grandes esfuerzos para contener las lágrimas de la emoción. El niño no era tan tontico como parecía, quizá sus esfuerzos habían dado sus frutos y no habían ido a parar a un pozo sin fondo. Aquel día mis padres se sintieron más orgullos de de mi que el día que me corté el pelo cuando me llegaba por la cintura o el día que les di mi título universitario (que sí que sí… que os lo juro que tengo una carrera). Aquel día fue especial. Me sentí por un momento como los perfectos niños pelirrojos de la portada de las instrucciones.
Y vosotros qué viejun@s. ¿Hicisteis muchos castillos? ¿Os inventasteis épicas historias de princesas y príncipes?
Tomad la medicación…