RetroBits: Out Run

Han existido y exitirán cientos, o quizá miles de juegos de conducción. Algunos míticos como el «Pole Position» del que algún día os tendré que hablar, o algunos hiper-modernos como la serie «Gran Turismo». Pero ninguno, y cuando digo ninguno me refiero a NINGUNO, ha llegado jamás a los niveles de obra maestra como lo consiguió la maravilla de la que hoy os voy a hablar: «Out Run»

Cerca de la escuela donde cursé EGB había, y que nadie se sienta ofendido por favor, lo que coloquialmente conocíamos como un bar «de gallegos». En Barcelona muchos de los mejores bares de barrio han sido, tradicionalmente, regentados por personas venidas de Galicia en algún flujo migratorio del siglo XX. Pues bien viejunos, ¿recordáis cuando en los bares a parte de tragaperras habían maquinitas de juegos e incluso máquina del millón o billares? El bar del que os hablo era muy pequeño y solo tenía espacio para la consabida estafa en forma de «slot machine» (este vacile era necesario para no repetir la palabra tragaperras) pero durante mucho tiempo además tuvo una máquina de videojuegos.

Realmente el bar no me quedaba para nada de camino para ir a mi casa, de hecho daba bastante vuelta para ir, pero valía la pena, y me convertí en un asiduo. Junto con otro colega nos pulíamos la paga semanal en forma de monedas de 25 pts. jugando partida tras partida, siempre por eso, controlando no pasarnos demasiado de tiempo para que nuestros progenitores no diesen el aviso de desaparecidos a la policía.

Recuerdo que justo antes de la máquina del «Out Run» durante un tiempo hubo la de «Crazy Climber» y recuerdo también que no se me daba demasiado bien aquel juego, pero a mi amigo sí, con lo que yo la mayor parte del tiempo me lo pasaba mirando como jugaba.

Entonces llegó el día. Entramos a nuestro bar de siempre y allí estaba. ¿Qué era aquella extraña cosa? ¿Delante de qué milagro de la ciencia nos encontrábamos? Poneros en situación, año 1986-1987, ojos inexpertos, imberbes con ganas de jugar e inocencia a partes iguales. Y sin aviasar, este mazazo visual directo al nuestro frágil córtex:

La máquina de «Pole Position» tenía un volante sí, pero era un tubo metálico guarro. Esto era un volante de goma calcado a los de los coches de la época. La palanca de cambios era ergonómica, los pedales de competición. ¿Y qué era aquello dibujado en los laterales? ¿Un Ferrari? ¿El mítico coche que solo habíamos visto en series televisivas como Magnum? (haced clic aquí para saber más sobre este tema) La excitación era máxima. Y fui yo el primero en probarla. Nervioso, introduje la moneda, pulse el botón de nueva partida y… ¡ALUCINANTE! ¡Podía escoger la música que se reproducía en el coche entre tres posibilidades! Me costo un poco pillar la mecánica para hacerlo pero sí, lo logré. La pantalla inicial apareció. No se podía imaginar uno más feliz: sentado en un deportivo descapotable con una imponente rubia al lado.

Lo que pasó a continuación fue uno de los momentos en los que más he pasado miedo en mi vida. Pensaba que la máquina tenía una malfunción y que me estaba electrocutando. ¿Qué era aquello? Me aterré, solté el volante y grité asustado. Una voz de un adulto me calmó:

– Niño eres tonto del culo, ¡el volante se mueve!

(Vibraba, del verbo vibrar, ese día aprendí una nueva palabra, más tarde entendí otras de sus acepciones, también muy lúdicas)

¿Cómo? Me costó unos segundos asimilarlo. Pero volví a cogerlo. Evidentemente con todo esto el juego ya había empezado y mi primera partida duró bien poco. Pero la máquina aún me guardaba una última sorpresa. En la primera curva que cogí, el volante aumentó su resistencia y vibró aún más. Yo me encontraba en una nube y no sabía si estaba soñando o quizá si me había electrocutado, me encontraba en el paraíso de los videojuegos y San Mario Bross estaba a punto de hacerme un tour por el lugar. No, en realidad no había muerto, estaba jugando al «Out Run» y algo había cambiado en mi interior. Desde aquel día mis visitas al bar aumentaron en cantidad y en duración. Y si 2+2 son cuatro podemos deducir que fue «Out Run» la razón por la que descubrí el concepto «hacer campana» (también conocido como «hacer pellas» o «hacer novillos»), concepto que cultive durante largo tiempo y que incluso compartí con Álex, el otro viejuno que cuando se acuerda escribe por aquí.

Os podría haber dicho que «Out Run» fue un juego de SEGA, que constaba de 5 etapas y que al final de cada una podías escoger entre dos caminos que te llevaban a fases distintas… pero todo eso estoy seguro que lo sabéis de sobra. Hubo alguna que otra secuela que no superó al original.

Aquí os dejo un video por si queréis recordar el juego y sobre todo escuchar su fantástica música:

httpv://www.youtube.com/watch?v=hSAw4gITp2U