Hace unos días, y durante una de esas fiestas etílicas de Retro Memories, mi socio Manel, que aunque no lo veáis por aquí sigue vivo, tuvo el detallazo de regalarme el pack con la serie completa de “Los Colby”. No os voy a decir que fue el momento más feliz de mi vida, pero casi. Y es que lo reconozco: soy un puto adicto a las telenovelas americanas. A mí esto de las infidelidades, traiciones familiares, disputas de poder, embarazados no deseados y mierdas por el estilo me vuelve loco. Y los culebrones yanquis me dan eso y más. Y de entre la larga lista de series de esa temática, la que más me gustaba, y me sigue gustando, es “Dinastía”. Es increíble el efecto que esa serie causó en mí. Os juro que todo en ella me cautivaba. Sus tramas, el glamur que destilaba y, sobre todo, sus personajes. Creo que mis hormonas nunca se revolucionaron tanto como viendo “Dinastía”. Me ponía muy perraco casi todo el casting. Yo es que hubiese entrado en la mansión Carrington y me hubiera empotrado a todo lo que se me hubiera puesto delante. Sin discriminar a nadie. Tíos incluidos. Incluso al perro de la familia.
Una vez dicho esto, ya sabéis que me encanta sincerarme con vosotros, entenderéis el porqué os voy a hablar hoy de “Dinastía”. De hecho, debéis flipar porque no lo he hecho antes. Así pues voy a enumeraros algunas de las cosas que vi en la serie y que me hizo alzarla al número 1 de series petardas de mi vida. ¿Listos? ¡Pues vamos allá!
1) Tengo dos hijos. Bueno, tres. Está bien, cuatro.
Todo el mundo va muy agobiado. El estrés laboral hace que muchas veces nuestra mente esté en otro sitio. Así es normal que se te olvide tu aniversario de boda o el cumpleaños de uno de tus hijos. Esto le ha pasado a todo el mundo. Pero los Carrington llevaban su empanada mental a otro nivel. El de no tener ni puta idea de cuántos hijos tenían. Fascinante.
Situémonos. Blake Carrington se casó con Alexis, que sería luego la pérfida mala de la serie. Al empezar “Dinastía” ya estaban divorciados y se nos presenta a los dos hijos que tenían en común: Fallon, que era muy promiscua para disgusto de su padre, y Steven, que era gay, cosa que Blake ya llevaba mejor. Bueno, mató al novio de su hijo cuando descubrió que este era homosexual en el típico arrebato homófobo que te da un día que te levantas de mal humor, pero por lo demás era todo tolerancia.
Hasta aquí todo bien, pero la sorpresa llega en tercera temporada con la llegada de Adam. Resulta que, agarraos, el hijo primogénito de los Carrington fue secuestrado de bebé y nunca dieron con él. Como se quedaron muy traumatizados nunca lo habían contado. La historia sale a la luz cuando les secuestran a su nieto, en serio, secuestraban a alguien de la familia cada dos por tres, y Alexis lo dice por televisión. ¿Qué pasa? Que el verdadero Adam lo ve y ya adulto decide volver con sus padres. Así, grosso modo, fue la cosa.
Flipante, ¿eh? Pues esperad. En la quinta temporada llega Amanda, que es la hija pequeña que Alexis tuvo en secreto. Resulta que tras divorciarse de Blake, Alexis descubrió que estaba embarazada. Despechada, pasó de decírselo a Blake y le encasquetó la niña a su prima para que la criara como si fuera su hija. Tremendo.
Así pues, Blake y Alexis empezaron la serie con dos hijos en común y la acabaron con cuatro.
2) Hijo, tienes mala cara.
Esto que os contaré ahora más que por temas de tramas locas tiene que ver con temas contractuales.
Veréis, todos y cada uno de los hijos de Blake y Alexis cambiaron de cara a lo largo de la serie. El problema vino porque los actores que los interpretaban dejaron la serie y tuvieron que ser sustituidos por otros. Algunas veces ese cambio de rostro motivó que se creara alguna excusa argumental. Luego ya ni se esforzaron en disimularlo.
Por ejemplo, Fallon, en un principio interpretada por Pamella Sue Martin, tuvo un accidente de avión en la cuarta temporada. De hecho, la dieron por muerta. Pero en la quinta reaparece amnésica, lo de sufrir amnesia le pasó a más de un personaje durante la serie, y con nuevo rostro, el de la actriz Emma Samms.
Steven cambiaba de cara y de orientación sexual como el que se cambia de calcetines. Empezó siendo interpretado por Al Courley y siendo gay. Se hizo heterosexual al conocer a la dulce a la par que “hijaputa” Sammy Jo, interpretada por Heather Locklear, de la que yo también me enamoré perdidamente y por la que me hubiese hecho gay para que ella luego también me heterosexualizara. Tras un accidente en una planta petrolífera a Steven le tienen que hacer la cirugía estética, ya que su rostro ha quedado terriblemente desfigurado. Vuelve entonces con la cara de Jack Coleman. Eso pasó en la temporada tres. Lo mejor vino al final. En la miniserie “La reunión”, que servía para darle un cierre digno a la serie, Steven vuelve con la cara de Al Courley sin mediar explicación. Y con su cara antigua también volvió su homosexualidad. Oye, pues muy bien.
Adam fue interpretado por Gordon Thompson quien fue sustituido en la miniserie final por Robin Sachs sin explicar los motivos de su cambio facial.
Por su parte, Amanda empezó siendo interpretada por Catherine Oxemberg, amor platónico mío, y acabó siendo sustituida en la séptima temporada por Karen Cellini.
3) Tu cara me suena.
Una de las tramas más locas, que ya es mucho decir, llegó en la sexta temporada, cuando Sammy Jo contrata a una mujer que era increíblemente parecida a su tía Krystle, esposa de Blake Carrington, recordémoslo, para que la suplantara y así poder saquear las arcas de los Carrington. Tanto Rita, que así se llamaba la mujer, como Krystle estaban interpretadas por Linda Evans cuyo primer encuentro fue así de flipante:
No sé que es más alucinante, si el encuentro de Rita y Krystle, sus pelos cardados, sus hombreras imposibles o ese golpe de karate tope cutre que arrea George Hamilton.
Pero eso no es todo, y es que “Dinastía” nos ofreció una pelea entre ellas. O sea, Linda Evans contra Linda Evans. Eso sucedió mucho antes que mi adorado Van Damme hiciera lo mismo en “Doble impacto”. Ojo porque la escena es alucinante. ¿Lo mejor? El chándal que luce Sammy Jo.
4) Bodas de sangre.
Ojo con esto porque estamos ante el que sea, probablemente, el mejor cliffhanger de la puta historia de la jodida televisión.
Ahora la peña flipa mucho con cierta boda que terminó en un baño de sangre en “Juego de truños… digo Tronos”. Pues bien, esto ya lo inventó “Dinastía” en su quinta temporada. Os pongo en situación. Resulta que Amanda, que repito, me ponía muchísimo, se casaba con el príncipe de Moldavia. Eso tenía su gracia porque Catherine Oxemberg también es princesa en la vida real. O eso dice ella. Luego se caso con Casper Van Dien que mola más. Ostia, que me pierdo. Decía que se casaba con el príncipe de Moldavia, pero justo el día de la boda, unos rebeldes planean dar un golpe de estado de los de antes, con tiros y todo. Así que irrumpen en la iglesia y se lían a ametrallar a todo quisqui. Vedlo vosotros mismos.
Mira no sé vosotros, pero yo viendo de nuevo el vídeo me he sacado la chorra y he empezado a golpear el portátil con ella. Así me pongo con “Dinastía”.
Este cliffhanger aupó a la serie hasta límites insospechados de popularidad. Por desgracia, también fue el inicio de su declive. Resulta que su mala resolución, al principio de la sexta temporada se descubre que solo murieron personajes muy secundarios, dejó muy decepcionados a sus fans que poco a poco fueron dejando de seguir la serie.
5) Rozando peligrosamente el incesto.
Pongámonos serios por un momento y dejadme deciros una cosa acerca de “Dinastía”. Ahora todos la recordamos como una serie muy loca de tramas imposibles. Bien, eso no es del todo cierto. Ahora no entraré a discutir esa idea, pero sí que quiero recordaros que “Dinastía” fue una serie muy bien considerada en su tiempo, recibiendo varias nominaciones tanto al Globo de Oro como al Emmy. Además de eso una cosa es indiscutible. Fue una serie muy atrevida, precursora y transgresora. Por ejemplo, fue la primera serie dramática en incluir un personaje gay. Y además sin tirar de estereotipos. Solo por eso ya merece un reconocimiento.
Bien, esto lo cuento porque otra de sus cualidades era la de ser provocativa. Supo llegar a límites donde ninguna otra serie había llegado antes. Y uno de esos fue el incesto. Ni lo cruzó, ni llegó y probablemente exagero al decir que lo rozó, pero llegó muy lejos en este tema. Aunque veréis que aún así, y visto hoy, quedó como algo muy light.
No fue exactamente incesto, pero sí que pudimos ver como Amanda, que me ponía muy burro os lo recuerdo, se acostó con Dex Dexter, que tiene el mejor puto nombre de la historia de la televisión, que era el novio de su madre. O sea que se acostó con el que iba a ser su padrastro. Como en uno de esos videos que tú, amigo pajillero, tanto disfrutas viendo en YouPorn.
Temporadas antes, Fallon hizo algo parecido pero aún más alejado del verdadero incesto. Se acostó con Mark Jennings, que era el amante de su madrastra Krystle. Mark era un tenista al que darle a la raqueta se le daba de puta pena, pero que con el nabo se ve que hacía auténticas virguerías.
Pero donde sí se rozó peligrosamente el incesto fue con Adam y con, como no, Fallon. Cuando se conocieron, y desconociendo ambos que eran hermanos, tontearon mucho. Demasiado. Y llegaron hasta besarse. Lo cosa no pasó a más, pero dos hermanos dándose el filete no pasa todos los días en horario de máxima audiencia.
6) Violaciones a mansalva y embarazos misteriosos.
Una cosa que hoy día no sería muy viable es que un personaje violara a otro y eso quedara en nada. Y eso pasó tanto en “Dinastía” como en su spin-off, “Los Colby”.
Primero fue Fallon la que fue violada, ellos decían “forzada” para rebajar tensiones, por su marido Miles, que era el primo, aunque luego se descubrió que en realidad eran hermanos, de Jeff, su ex marido y gran amor, a pesar de los cuernos que le metía, con el que había vuelto. Se quedó embarazada y durante un tiempo dudó de la identidad del padre. Finalmente descubrió, para alegría de todos, que el padre era Jeff. Aunque esto sucedió en «Los Colby» lo incluyo aquí porque el triángulo amoroso Jeff-Fallon-Miles empezó en «Dinastía», siguió en «Los Colby» y finalizó en «Dinastía».
Eso, como digo, pasó en “Los Colby”, así que “Dinastía” no quiso quedarse atrás y decidió ir un poco más lejos. Resulta que Kirby, la hija del mayordomo que ya os aviso me daba mucho morbo, Kirby quiero decir, no el mayordomo, estaba enamorada de Jeff, pero él no de ella, aunque luego le pidió matrimonio vete a saber por qué. El que sí estaba enamorado de ella era Adam que al no ser correspondido decide violarla y no una sino dos veces. Lo que pasa es que en la segunda Jeff la rescata. Kirby se queda embarazada y aunque ella le dice a Jeff que el hijo es suyo en realidad es de Adam. Menudo lío. Finalmente, ella sufre un aborto natural. A pesar de eso, y para que flipéis un rato, os diré que Kirby iba a casarse con Adam, su violador, tras divorciarse de Jeff. Lo dicho, esto hoy no pasaría.
7) Decir “Bitch” (Puta) en Prime Time.
Esto es una tontería, pero a mí me hace mucha gracia. Os comentaba antes la capacidad de transgresión que tenía la serie. Una de las muchas cimas que alcanzó fue ser la primera serie de la historia en la que se decía la palabra “Bitch”, o sea, puta.
Esto sucedió antes de una de las múltiples peleas entre Krystle y Alexis, las “peleas de gatas” fue otra de las características de la serie, en la que antes de liarse a mamporros la actual esposa de Blake le dedicaba este insulto a la primera señora Carrington.
Claro hoy día en cualquier serie infantil se dicen cosas peores, pero si lo ponéis en su contexto histórico esta escena fue bastante revolucionaria. Como os decía, y para que veáis lo simple que soy, la palabra “Bitch” siempre me ha hecho mucha gracia, supongo que por el consumo de rap a temprana edad. No os explicaré cuánto porque tampoco os lo creeríais. Es solo por eso que quiero resaltar el hecho de que «Dinastía» fuera la pionera en utilizar esta palabra.
Bola extra: La abducción de Fallon.
Bien, este artículo ha visto la luz gracias a que me regalaron el pack de “Los Colby” así que me parece de justicia acabar haciendo un guiño al mítico, aunque no por los motivos que debería, spin-off de “Dinastía”.
Os seré sincero. Además de para hacer justicia, cosa que me la trae bastante floja, esto lo hago porque después de escribir más de 2.000 jodidas palabras sobre “Dinastía” sé que me vendrá el típico resabido “tocacojones” de turno para nombrar la escena de la abducción que una nave extraterrestre perpetró sobre Fallon Carrington en el último episodio de “Los Colby” y eso me saca un pelín de quicio ya que soy una persona emocionalmente bastante inestable. Así que para que lo haga alguien, lo hago yo que lo haré muchísimo mejor y me quedo más tranquilo.
La escena es inenarrable. Jamás entenderé como alguien le dio el visto bueno a esto. Quiero pensar que los guionistas tiraron de aquello de “Para lo que me queda en el convento, me cago dentro” porque si no no entiendo cómo alguien decide incluir semejante tontería en una serie, que aunque no lo parezca, era seria.
Bueno, al lío. Fallon va por el desierto con su coche. De pronto este se para. Fallon sale al exterior y… Sí, llega un OVNI y se la lleva. Historia viva de la televisión.
Es para mear y no echar gota. Semejante mierda no tiene Netflix cojones de hacerla. Vamos, es que les reto desde aquí a hacerlo. Que ya os avanzo que no lo harán. ¡Qué coño van a hacer esos parguelas!
Y con la promiscua Fallon yéndose a echarle un polvo a E.T., doy por finalizado mi repaso a las mayores mamarrachadas vistas en “Dinastía” y de refilón a su spin-off “Los Colby”. Por si os lo estáis preguntando os diré que en la actualidad sigo el reboot de “Dinastía”, el cual empezó medianamente bien, pero no ha tardado en convertirse en una mediocridad de las guapas. Y es que ni sus tramas ni sus personajes, todos odiables y antipáticos, tienen el empaque de los de la serie clásica.
Ha llegado el momento en el que os pido que me hagáis ver que no estoy solo en este mundo y que me descubráis que alguien más aparte de mí siguió de forma enfermiza esta serie. ¿Qué otros momentos recordáis vosotros? Contad, contad…
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