Amplia reseña de “Les chambres rouges”, una de los títulos proyectados en el Festival de Sitges 2023 que más me han impresionado y que por muy poquito no se ha colado en el Top 5 que os presenté ayer.
Segundo largometraje del realizador canadiense Pascal Plante, que llegaba a Sitges tras su paso por otros festivales, en los que había causado muy buena sensación. La mayoría de las reacciones destacaban la perversidad que impregnaba su historia. ¿Eran exageradas esas apreciaciones? Para nada. Estamos ante uno de los relatos más brillantes sobre obsesiones enfermizas.
La acción de la película sucede alrededor del juicio de Ludovic Chevalier, un psicópata acusado del asesinato de unas niñas. Su culpabilidad es más que clara y su falta de remordimiento también. Pero sorprendentemente este asesino en serie no es el ser más perturbador que vamos a conocer en “Las habitaciones rojas”.
Por un lado, tenemos a Kelly-Anne, una modelo que parece que lo tiene todo en la vida. Es guapa y dispone de una posición económica envidiable gracias a su trabajo. Pero esconde un terrible secreto: siente una pasión desmedida por Chevalier y los crímenes que ha cometido.
Y, por otra parte, tenemos a Clementine, la típica fan enamorada de su ídolo, aunque este sea, como en este caso, un asesino. Su enamoramiento es tal, que cree firmemente en la inocencia de Chevalier.
Ambas entablan una amistad a partir de coincidir en las diferentes sesiones del juicio a Chevalier. Kelly-Anne toma bajo el ala a Clementine acogiéndola en su casa. Vemos a partir de aquí dos tipos de locura. Mientras que Clementine es mucho más visceral en la defensa de su ídolo, sublime la escena en la que llama a un programa de televisión para hacer frente a los que acusan a Chevalier, Kelly-Anne es un claro ejemplo de psicopatía. Asusta más por lo que muestra que por lo que dice.
Y cuando me refiero a que asusta es que en ciertos momentos la película da miedo de verdad. “Las habitaciones rojas” alcanza cotas de auténtico terror mostrándonos la frialdad con la que actúa Kelly-Anne. Es escalofriante la escena en la que está viendo los vídeos de las torturas y asesinatos de las niñas sin atisbar en ella ningún tipo de emoción ni la más mínima empatía. Solo muestra fascinación por lo que ve.
La perversión de la película alcanza su zénit en dos escenas que no voy a desvelar para no destripar ninguna sorpresa. Una acontece durante una de las sesiones del juicio en la que Kelly-Anne digamos que realiza una perfomance realmente inquietante. No puedes sentir más que rabia y repulsión por lo que está haciendo. La otra ocurre durante su excelente conclusión. Pascal Plante nos regala un desenlace que se queda grabado en la retina y el cerebro del espectador.
No puedo terminar esta reseña sin destacar el notable guion de la película, obra del mismo Plante, y las sobresalientes interpretaciones de Juliette Gariépy, como la fría e insensible Kelly-Anne, y Laurie Babie, como la grupi Clementine.
“Las habitaciones rojas” es una propuesta original y muy interesante capaz de incomodar al espectador más curtido. Es de esas películas que una vez vistas, te mueres por ver otra vez. Os juro que yo no puedo esperar más por poder volver a disfrutarla.