Crónica del Festival de Sitges 2018 (II)

En la primera parte de la crónica del Festival de Sitges 2018 os hablé de las decepciones que supusieron para mí tanto “La noche de Halloween” como “Superlópez”. En esta segunda parte llega el turno de “Suspiria”, que si bien no fue una decepción tan grande como las anteriores sí que me dejó insatisfecho.

Lo mejor que uno puede hacer al acercarse al “Suspiria” de Luca Guadagnino es proponerse no compararlo con la obra maestra de Dario Argento que actualiza. Y digo que lo mejor que podéis hacer es no compararlo por dos motivos: 1) No soporta la comparación y al lado de la versión de 1977 parece una patochada. 2) Os vais a poner de muy mala leche y creédme, no vale la pena.

Si bien es cierto que sus, a todas luces excesivos, 152 minutos no se llegan a hacer pesados también es cierto que 30 minutos menos de metraje le hubiesen sentado de maravilla al film. Porque seamos sinceros, para lo que explica tampoco hacía falta tanto tiempo. La película es pretenciosa hasta decir basta y Guadagnino, que dudo mucho que haya visto la versión de Argento, nos tortura con una de las líneas argumentales secundarias más intrascendentes de los últimos años. Por no decir décadas. Me refiero a la del psicólogo y su mujer para dar más pistas sin spoilers. El mayor problema que tiene la película es que se supone que tenía que ser una película de terror y es de todo menos eso. Ahí el problema es de nuevo del director, pues todos teníamos claro que “Suspiria” tenía que aterrorizar, o por lo menos intentarlo, pero a Guadagnino parece ser que el terror no le interesa y nos ofrece algo diferente. ¿Un drama con elementos fantásticos? Catalogadla así si queréis. Pero si preferís hacerlo de pedantería tampoco iréis desencaminados. Que sí, vale, tiene una escena de una muerte bastante potente. Pero eso no puede salvar 152 minutos de película. Ni puede, ni lo hace.

Por su parte “Puppett Master: The Littlest Reich” es un reboot de la saga iniciada por la Full Moon con “La venganza de los muñecos” en 1989. ¿Y qué tal está este reinicio? Pues no muy bien, tampoco voy a engañaros.

El guión de S. Craig Zahler nos ofrece una reformulación de la idea original pasando ahora Andre Toulon a servir al nazismo, siendo sus marionetas unas simples ejecutoras, nunca mejor dicho, de sus órdenes. Y es precisamente este uno de los puntos más merecedores de aplauso de la película, y más en los tiempos que corren. Las marionetas, unas 40 entre nuevos y antiguos personajes, al principio solo escogen a sus víctimas por motivos racistas u homófobos. Así que negros, judíos y/o homosexuales se convierten en sus blancos preferidos. Un poquito de transgresión se agradece de tanto en tanto.

Cafre este reboot lo es un rato.

Otro de los puntos a agradecer a la película es su gore. En “Puppett Master: The Littlest Reich” podremos disfrutar de asesinatos de lo más bestia y sangrientos. Hay uno que seguro quedará grabado de por vida en la memoria colectiva.

Pero a pesar de esto citado la película no acaba de funcionar. Se ve todo como muy forzado. Como si toda la imaginación estuviera al servicio de las muertes olvidándose de crear una buena historia en las que incluirlas. Por no decir que el poco cariño con el que se trata al personaje de Toulon y las marionetas, verdaderos protagonistas de la película aunque se empeñen en casi ningunearlos. Por salvar algo más de la quema, salvaré a Barbara Crampton, que interpreta con convicción a una agente de seguridad retirada.

La cosa ya mejora sustancialmente gracias a dos documentales: “Life after Flash” y “Wolfman’s got nards”.

“Life after Flash”, es, sobre todo, un “¿Qué fue de Sam J. Jones?”. El actor, que aquí ejerce de productor, aprovecha este documental para dos cosas. Por una parte para hablarnos del rodaje de “Flash Gordon”, desde cómo fue escogido él para protagonizar la película hasta su conversión en film de culto pasando por su problemático rodaje. Por otra sirve para que el propio Sam J. Jones se haga un lavado de imagen.

Tal y cómo cuenta el documental, Jones se convirtió en un quebradero de cabeza para el director y productor de “Flash Gordon”. Sus aires de divo sumados a los malos consejos que recibía por parte de sus representantes consiguieron que el rodaje se convirtiera, por si no lo era ya, en un calvario. Eso hizo que el productor Dino De Laurentiis lo metiera en su lista negra, haciendo así que Sam J. Jones recibiera la etiqueta de “Actor difícil con el que es mejor no trabajar”. A partir de aquí, lo típico: descenso a los infiernos, o sea, drogas y alcohol, y resurgimiento cual Ave Fénix. Todo con el ánimo de dejar a Sam J. Jones como un buenazo al que un error de juventud lo marcó de por vida.

Sam J. Jones en la actualidad.

Como decía, el documental también nos cuenta los entresijos del rodaje de “Flash Gordon”. Los fans de la película quedarán más que satisfechos con la de curiosidades que descubrimos a lo largo del metraje. Mención especial al actor Brian Blessed, que en el film interpretaba a Vultan, que se lo pasa en grande, y nos lo hace pasar con él, explicando anécdotas del rodaje y de cosas que le han sucedido a lo largo de la vida gracias a haber participado en “Flash Gordon”, y a Brian May, que explica como Queen creó la legendaria banda sonora de la película. Por cierto, fliparéis cuando descubráis gracias al documental cómo se gana la vida actualmente Sam J. Jones.

Por su parte “Wolfman’s got nards” nos explica la increíble historia del film “Una pandilla alucinante”, que se convirtió en un éxito 30 de años después del estreno.

Aquí, opinión meramente personal, lo que menos importa es descubrir los entresijos del rodaje de la película, aunque conoceremos anécdotas tremendas, y más conocer la opinión de sus creadores sobre cuales opinan ellos que fueron las causas del fracaso en taquilla del film y, sobre todo, como poco a poco y varios años después de estreno, “Una pandilla alucinante” fue ganando un estatus de culto hasta conseguir llenar cines en sus varios reestrenos y que el DVD de la película se convirtiera en un auténtico éxito de ventas superando a muchos títulos más famosos y/o más recientes.

La parte emotiva del documental llega al hablarnos del actor Brent Chalem, cuya temprana muerte a los 22 años le impidió disfrutar del tardío éxito de la película.

Evidentemente si sois fans de “Flash Gordon” y/o de “Una pandilla alucinante” no hace falta que os recomiende el visionado de estos documentales. Dejadme recomendarlo pues a todos los fans del cine ochentero. Y estoy seguro que de desconocer estas películas tras ver los documentales querréis verlas, sobre todo en el caso de “Wolfman’s got nards”.

Y hasta aquí el repaso a todo lo retro que nos ofreció el Festival de Sitges de este año. En la próxima entrega de la crónica os presentaré mi personalísimo Top 5 de Sitges 2018.