Hemos tenido que esperar dos largos años para que volviera el Festival B-Retina, pero creedme cuando os digo que la espera ha valido muchísimo la pena. Y es que después de que el año pasado nos quedáramos sin edición del festival por culpa de la maldita pandemia, este año hemos tenido la suerte de poder disfrutar de su regreso. Una vuelta, todo sea dicho de paso, que no ha podido ser más por todo lo alto.
La sexta edición del B-Retina, o la 666 como ellos la bautizaron, se celebró entre el 17 y 19 de septiembre. Tuve el enorme placer de poder acercarme por allí el pasado sábado y gozarlo muy fuerte. Porque ya os digo que el B-Retina es uno de mis festivales favoritos, tanto por lo que programan durante el certamen como por el ambiente que allí se crea.
La cosa empezó por la mañana con una interesantísima masterclass a cargo de las Bloody girls, o, mejor dicho, del 50% de ellas pues solo pudo asistir Aída, sobre la relación entre la mujer y el diablo, sobre todo en el cine, aunque también en otros ámbitos culturales. A modo de complemento a esta magistral clase se proyectó la película “Alucarda”.
El plato fuerte del festival, motivo por el que asistió muchísima gente a esta edición cosa que causó un sold out, fue la proyección a primera hora de la tarde de “CarousHell”, uno de los mayores delirios que he tenido la suerte de ver en pantalla grande. Aquí la cosa va de un unicornio que forma parte de un tiovivo que hay en un pequeño parque de atracciones. Dicha figura tiene vida propia y harta de humillaciones decide desengancharse de la atracción de la que forma parte y empezar una sangrienta venganza contra todos los humanos que la han vejado, especialmente de un niño que le pegado un moco. Si el punto de partida os parece una locura, deberíais ver el resto de la película. No voy a decir nada para no spoilear, pero dejadme deciros que además de muertes muy divertidas pude ver una escena que me dejó con la boca abierta en un principio para luego dar paso a unas brutales carcajadas. No os digo más para no chafaros la sorpresa. La película tiene todos los fallos de una película barata: la edición es horrible, la iluminación es infame, los actores son todos espantosos, especialmente el niño protagonista que es incapaz de aguantarse la risa en muchas escenas. Es una de esas cutradas que se disfrutan mucho. ¡Y ojo! Tiene escena post-créditos.
A continuación, se proyectó “The slashening: The final beginning”, una de las ultimas locuras de la Troma. Esta parodia de los slashers funciona a ratos. Tiene escenas dignas de ver (el asesino mata a un pobre chico atravesándole la cabeza con una pipa de crack y luego se la fuma, por ejemplo) pero en general es una película bastante plomiza.
Tras esto llegaría la presentación del libro “La hija del periodista”, autobiografía de Marian Salgado, protagonista de la película “La endemoniada” y dobladora de Linda Blair en “El exorcista”. Al finalizar, se proyectó el clásico “¿Quién puede matar un niño?”, en la que Salgado también tenía un papel.
Por la noche llegaría el turno de “Tuno negro”, el nefasto slasher nacional de 2001 en el que te pasas todo el metraje deseando que el asesino mate a Jorge Sanz.
Esa fue toda la programación del día. Pero cómo os decía al inicio del artículo, si hay una cosa que me gusta del B-Retina es el ambiente que allí se respira. La organización dispuso de unas carpas para que la gente se pudiera sentar y hablar tomando una de las cervezas del festival. Eso es de agradecer porque facilita que los fans puedan socializar un poco y relacionarse entre sí. Además, también hay puestos de merchandising para realizar las obligatorias compras frikis que hay que hacer cuando vas a un festival.
Repito por enésima vez que lo que disfruto en el B-Retina no lo logró disfrutarlo en otros festivales. Se nota la dedicación y cariño que le pone la organización, no solo para sorprendernos con las más alucinantes películas de bajo presupuesto, sino que además para el disfrute también sea posible fuera de la sala de proyección.
Y eso es todo. Oficialmente ya ha empezado la cuenta atrás para la séptima edición. Y ya os avanzo que yo no me la pienso perder por nada.